Fidel Castro, en un acto político.
MUNDO

«Siempre será nuestro líder»

Los cubanos acogen con la lógica turbación, pero con toda normalidad, la renuncia de su presidente

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No por esperada, la noticia de la retirada de Fidel Castro resultó menos impactante en Cuba. Era objeto de comentarios junto a los kioscos, en las colas de los autobuses y en los mercados. Y sin embargo reinaba la normalidad. Negocios y empresas cumplieron sus horarios, y la principal preocupación era una tormenta que amenazaba con descargar una tromba de agua. El pueblo empieza a prepararse para el nuevo escenario. «Se acabó su tiempo, pero siempre será nuestro comandante en jefe», dijo a este periódico con un punto de emoción Zoraida González, empleada en un establecimiento estatal del barrio de Miramar.

En la televisión oficial, una mujer de Pinar del Río reconocía que «él nos viene preparando hace mucho tiempo para un relevo que en algún momento se impondrá por ley de la vida. Solamente una figura como él, una mente tan clara, un líder tan indiscutible de su pueblo es capaz de seguirlo siendo por siempre». «Yo creo que es conveniente asumirlo, que todos los cubanos seamos maduros, seamos disciplinados, y entendamos que esto beneficia la estabilidad política del país», añadió muy en la línea oficialista.

Como ella, muchos compatriotas definen a Castro como el «máximo inspirador de la revolución» y aseguran que siempre será su líder moral. No en vano más del 70% de los once millones de cubanos no conocen otro gobierno que el suyo. Justo a lo que aspiraba el mandatario caribeño, a ser referente ideológico. En fuentes diplomáticas señalan que Fidel Castro mantiene una gran popularidad, aunque en el momento en que la enfermedad comenzó a alejarle del poder ya no eran tantos los que le exoneraban de toda responsabilidad sobre carencias y conflictos con el antaño extendido latiguillo: «Si Fidel lo supiera, esto no pasaría».

Aperturismo

Adrián, un vendedor de flores mulato con dientes de oro y cadenas de santería, espera que ahora «lleguen leyes que apoyen a los cuentapropistas (trabajadores autónomos). Tengo muchos problemas con la policía, que me pide la licencia y no me deja trabajar honradamente». Sin embargo, aventura con escepticisimo que «a lo mejor no pasa nada y todo sigue igual, como otras veces». Demasiado pesimista, según varios analistas, que aprecian por primera vez una convulsión interna impulsada desde las esferas de poder para hablar claro y sin tapujos sobre la realidad, revolucionaria eso sí, de la isla. Como repiten con frecuencia muchos funcionarios, «con la revolución todo, fuera de ella nada». Los medios oficiales se han sumado a esa línea aperturista y denuncian corrupciones y actuaciones impropias de la administración, así como delitos -de momento leves, eso sí- como ataques a la red de autobuses. Los casos de violencia quedan para radio Bemba, el boca a boca que la mayor parte de las veces distorsiona y aumenta los hechos pero que cumple su objetivo de pasar información.

«Ustedes (los extranjeros) cogen mucha lucha con eso de que si Fidel sigue o no. Sólo ustedes se preocupan de eso. Nosotros sabíamos hacía tiempo que esto iba a pasar», reprocha Maité Rubio, psicóloga de 45 años y cuadro de la Central de Trabajadores. «Él lo dijo en varias ocasiones», insiste la profesional, «y todos sabíamos que sus condiciones físicas no le permiten asumir el poder de nuevo. Ha dicho varias veces que su lugar es pensar y escribir, y que había que dar paso a nuevas generaciones».