Conspiración en Miami
Los sectores más radicales del exilio prometen hacer la vida difícil a Raúl Castro con sabotajes que propicien el levantamiento de los habitantes
Actualizado: GuardarEL café es espeso y casi pastoso por el azúcar. En el aire flota un olor dulzón a habano, y de fondo reina el inconfundible parloteo cantarín de los cubanos. Podría ser La Habana, pero es Miami, casi medio siglo después de que desembarcaran en ella los exiliados de la revolución de Fidel Castro. Hoy, 700.000 cubanos ven pasar la vida por delante mientras esperan el momento de volver a la patria. Algunos todavía se preparan para desembarcar a tiros en sus playas.
Entre ellos está Osiel González, quien con 15 años acompañase a los barbudos en Sierra Maestra, cuando se entrenaban para derrocar al dictador Fulgencio Batista. Lo hizo con tanto entusiasmo que se convirtió en el capitán más joven que tuvieran los hermanos Castro en su ejército, pero no pudo con los fusilamientos masivos que siguieron al triunfo de la revolución. Por eso acabó refugiado durante dos años en la Embajada de Brasil, de donde sólo logró salir tras arduas negociaciones. «Dile a Osiel que mientras yo esté aquí abajo él seguirá allí arriba», cuenta que dijo entonces Fidel Castro al jefe de la legación. El comandante acabó por ceder para evitar un conflicto internacional. Más de doscientas personas de distinta índole política se hacinaban en sus salones y, cuando corrió la sangre, Brasil decidió acabar con el encierro.
Para Osiel González es como si su guerra de guerrillas no hubiera terminado nunca. Admite, mirando de reojo la grabadora con desconfianza, haber participado en un intento fallido para asesinar a Fidel Castro en Ecuador, uno de los más de cinco que atribuye a su organización, Alfa 66, de la que es vicesecretario. «Como son derrotas no me gusta llevar la cuenta».
Cobrar justicia
Está convencido de que tarde o temprano Raúl Castro sacará las tropas a la calle para reprimir al pueblo, «porque la única persona que tiene carisma en Cuba para mantener los hilos del poder es Fidel», aclara, y cuando eso suceda «el pueblo se tirará a la calle a cobrarse justicia -sentencia-. La Guerra Civil española será una novela rosa». Por supuesto, ellos harán lo posible por azuzar ese enfrentamiento. González advierte de que «se lo vamos a hacer un poquito más difícil a Raúl que a Fidel, porque vamos a meternos otra vez dentro de Cuba para incrementar las acciones de sabotajes y atentados». Cita, como objetivos, las comunicaciones, centros de abastecimiento o refinerías.
«Tratar de paralizar la economía dentro de Cuba y llevar al pueblo el mensaje de que el triunfo está cerca», resume. Tienen armas, barcos y avionetas, pero han tenido que prescindir de los explosivos, porque desde los atentados del 11-S el Gobierno de EE UU aplica mano dura a ese tipo de materiales. Cuando llegue el momento, recurrirán a los propios arsenales cubanos, y así se ahorran el peligro de transportarlos.
22 años de cárcel
A Ernesto Díaz, secretario general de la misma organización, que según él agrupa a más de 10.000 miembros dentro y fuera de la isla, la vida le ha enseñado a ser más realista, que no menos combativo. Augura que no se dará un levantamiento «de la noche a la mañana», sino que habrá que dejar correr algún tiempo. «Raúl Castro no tiene ni la inteligencia ni la ambición de su hermano para aferrarse al poder», puntualiza. Sus veintidós años de cárcel le han dado una capacidad de análisis de la que carecen sus compañeros.
De esa tortuosa experiencia dice haber aprendido que hay muchos oficiales entre las Fuerzas Armadas «sensibilizados» con su causa que serían capaces de ponerse del lado del pueblo cuando llegase el momento de un alzamiento.