DIRECTIVOS. Los propietarios de la empresa, Manuel Jesús Jiménez y José Antonio Rey.
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Del cielo a la quiebra

La empresa Perfil Bahía se consideró como un modelo a seguir entre los jóvenes emprendedores, aunque se ha desmoronado como un castillo de naipes

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Tocó el cielo del éxito, pero la aventura empresarial de Perfil Bahía ha acabado en el infierno de la quiebra. Las circunstancias que han llevado a la compañía a atesorar deudas por un valor superior a los 1,2 millones no están claras aún. Hace tan sólo una semana tenía compromisos para trabajar en diez construcciones. Hace menos de dos años, esta sociedad era considerada como un modelo empresarial que merecía ser emulado. Hoy ya se ha convertido en lo que ninguna compañía quiere ser. Su ámbito de negocio se encontraba únicamente en el abastecimiento de productos para obras de nueva construcción. La llegada de la cacareada crisis en el sector podría haber sido el detonante que ha propiciado la caída final de la compañía.

La firma nació en 1998 y comenzó vendiendo productos de otras empresas, era una tienda en el centro de Puerto Real. Un año más tarde comenzó su propia producción de carpintería de aluminio en una nave industrial de 450 metros cuadrados, en la que unos meses más tarde instaló un taller para trabajar el PVC. Las cosas iban bien para el negocio y, en plena explosión de lo que se ha venido a llamar el boom inmobiliario, la compañía se mudó a una nave que triplicaba el tamaño de sus anteriores instalaciones. Renovó la maquinaria y aplicó la informática al proceso productivo. En 2005 se instaló en su actual ubicación, en el polígono El Trocadero.

Sus productos

La plantilla llegó a estar formada por 65 personas. Su gama de productos era amplia. Puertas y ventanas fabricadas con perfiles de aluminio y también de PVC; fachas acristaladas y ventiladas; mamparas de baño, celosías de fachada, claraboyas, puertas automáticas,... La distribución de sus clientes en el ámbito geográfico tampoco se queda corta. No sólo en Andalucía -especialmente en Cádiz, Sevilla y Málaga, donde la compañía preveía la apertura de una delegación-, sino también en Madrid y el centro peninsular; contaba con oficinas propias en la isla canaria de Fuerteventura; y también inició proyectos en Marruecos con constructoras españolas.

Todo parecía ir bien, pero la dirección de la empresa comunicó hace una semana a sus trabajadores que había acumulado un déficit continuado durante tres ejercicios y que la deuda ascendía a más de 1,2 millones de euros. Esto significaba la quiebra técnica y la presentación de un expediente de regulación de empleo a sus 27 operarios. Han pedido recibir el mismo trato que los ex trabajadores de Delphi y ser incluidos en el proceso de recolocación, aunque la Junta ya lo ha descartado. Hoy se reúnen con el delegado provincial de Empleo, Juan Bouza.

jlopez@lavozdigital.es