Cartas

El pisito

El pisito es el título original de la comedia dirigida por Marco Ferrreri e Isidora M. Ferri del año 1958. La película cuenta las dificultades de Rodolfo y Petrita, quienes después de doce años de relaciones viven realquilados en casa de doña Martina, una anciana que está a punto de morir. El asustaviejas del casero está deseando que la vivienda quede libre para derribarla y construir nuevos y modernos apartamentos de veinticinco metros cuadrados. Apartamentos que se ajusten a los nuevos tiempos, a las nuevas normas y a los deseos de la ministra -más que a las necesidades de los usuarios-. Ni doña Martina se muere ni Rodolfo y Petrita encuentran piso y las obras de reforma y nueva construcción del inmueble se inician con ellos dentro. La película termina con un plano medio, donde se ve a los protagonistas subidos en la parte trasera de un carro tirado por un mulo, en el que transportan sus pocos enseres y otro plano general, que recorre una amplia avenida con docenas de bloques de pisos de nueva construcción a ambos lados de la calle, listos para estregar. Supongo que la censura de la época se encargó del final feliz y del texto de la pancarta sobre el que se realiza el fundido en negro y que prefiero no recordar.

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Las viviendas sociales no las construye el estado porque sea muy bueno y nos quiera mucho. Las construye porque es su obligación, porque así lo dice la constitución y porque no puede permitir que ningún ciudadano viva debajo de un puente. Todos los españoles tienen derecho a una vivienda digna que se ajuste a sus necesidades socio económicas. Pero también está obligado el estado, a velar primero e investigar después si fuera necesario, para que estas viviendas sociales sean utilizadas por personas que verdaderamente las necesita. Cuando el estado le entrega una vivienda de renta baja a una familia porque vive en condiciones infrahumanas, debe dejar claro que esta vivienda se le entrega por tal motivo, no para que la alquile o especule con ella. Es muy importante que las viviendas sean ocupadas por familias necesitadas, y que cuando estas dejen de ser familias necesitadas y se conviertan, afortunadamente, en familias acomodadas, cedan la vivienda a otra familia y no la alquilen o la vendan como si fueran sus verdaderos y legítimos propietarios.

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