TRIBUNA

Bipartidismo o las dos caras de la misma moneda

L a precampaña electoral nos enseña una vez más que el sistema electoral y político esta basado en la perpetuación sine die del bipartidismo PSOE-PP. Nuestro régimen electoral desde los inicios de la transición ha fomentado el bipartidismo y no la proporcionalidad en el reparto de escaños y por tanto el multipartidismo. Parece una especie de residuo del franquismo el fomento de pocos partidos porque muchos traerían la inestabilidad y la puesta en crisis del propio sistema. Así, la ley D'hondt favorece que PSOE y PP consigan diputados por el promedio de 40.000 votos y los de IU aproximadamente cuestan 240.000 votos, provocando a la vez el fomento de los partidos nacionalistas que con menos votos obtienen más diputados que IU. Siendo la tercera fuerza política del Estado con 1.300.000 votos, sin embargo, IU es la sexta en número de diputados. El déficit democrático que representa nuestro sistema electoral es aceptado por el status quo político, económico y social como el único posible dentro de los límites de su concepción de lo que es un régimen democrático.

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En diversas ocasiones se ha pedido su reforma, cayendo esta demanda en saco roto, ni siquiera la reforma del Senado ha sido aceptada a pesar del anacronismo que supone la representación en la Cámara Legislativa.

El poder económico se siente cómodo tanto si gana el PSOE o el PP, pues con matices en materia económica defienden parecidas políticas. Como bien pregonaba insistentemente Julio Anguita son las dos caras de la misma moneda.

El poder mediático hace que los ciudadanos sólo visualicen que pueden elegir entre uno y otro, no existiendo prácticamente los demás grupos políticos. Se fomenta la alternancia pero no la alternativa. Dos características distinguen a los medios de comunicación actuales: el mimetismo mediático y la hiperemoción; ambos se aplican al ámbito electoral, y salvo raras excepciones todos tienen el mismo planteamiento, creándose de este modo la ilusión de que el voto útil va dirigido a uno de esos dos partidos.

Como dice Juan Francisco Martín Seco, «también es cierto que para que la escenificación sea creíble se precisa que se produzca un relativo enfrentamiento entre las dos formaciones políticas. Pero debe darse con moderación, bien entendido que ambos contendientes son ramas de un mismo árbol, y que deben estar de acuerdo, por tanto, en temas fundamentales, que serán todos aquellos que afecten al poder económico, verdadero amo y señor de la situación».

Las propuestas económicas de rebajas fiscales, la de bonificar con 400 euros, la de regalar 2.500 euros por hijo nacido y algunas más, son discusiones ficticias, las que realizan el PP y el PSOE sobre cantidades a rebajar o a donar, en vez de aplicar dichas cantidades a mejorar la red de guarderías, la sanidad y la educación, entre otros servicios públicos. Es el nuevo clientelismo el que se ofrece en plena precampaña electoral, mientras que muchos votantes permanecen atentos a ver quién ofrece más. Desgraciadamente, es el triunfo de la Economía de la beneficencia frente a la Economía del bienestar.

Romper el bipartidismo y todo lo que conlleva debe ser el objetivo de cualquier persona progresista y de izquierdas. Parece que vienen tiempos difíciles para la economía. La pregunta es ¿Pagarán la crisis los mismos de siempre? ¿Serán nuevamente los trabajadores y trabajadoras, los asalariados, los jóvenes precarios, etc? Si no hay fuerza electoral de la izquierda para impedirlo, la experiencia nos dice que el PP y PSOE se pondrán de acuerdo para que los mismos de siempre paguen los platos rotos de la crisis económica.

La izquierda útil es la que defiende lo público, los derechos ciudadanos, el empleo de calidad y un modelo de desarrollo sostenible, la participación ciudadana, la ética y la honradez. Ya va siendo hora de que la gente de izquierdas rompa el círculo vicioso y apueste por una organización verdaderamente de izquierdas, que influya en las políticas y sea el cordón umbilical y la voz de muchos movimientos sociales y ciudadanos en las instituciones.