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Vuelta de Hoja | Guía de estupefactos

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Algo hay que hacer, aunque todo debiera haberse hecho antes. Ahora la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogodependencia ha presentado un libro para desmitificar los falsos tópicos que acompañan al consumo de ciertas sustancias adictivas. De arranque, y sin que sea necesario haberlo leído, puede afirmarse que se trata de un best-seller, ya que es gratis y se han tirado cuatro millones de ejemplares. Muchos más de los que se vendieron de otro libro de gran éxito, titulado Sexo oral, guía del gourmet.

Se trata de convencer a los consumidores de drogas, antes de que éstas los consuman, de que las propiedades que se le atribuyen no son verdaderas y por eso nadie ha podido beneficiarse de ellas. No es cierto que el cannabis posea prodigiosos efectos terapéuticos y además no enganche, ni que la heroína fumada sea controlable, ni que el alcohol combata el frío. También es mentira –todo esto según el libro– que dejar de fumar engorda, ya que lo que engorda es no dejar de comer entre cigarro y cigarro.

La indudable buena intención del libro adolece, aunque se pormenoricen los efectos de cada sustancia, de cierta equiparación. ¿Cómo va a ser igual fumar que consumir cocaína? Tampoco es lo mismo tomarse una copita, o más, que usar la heroína como aperitivo. En mi larga vida no he visto a nadie que entre en un estanco con una escopeta de cañones recortados pidiendo un paquete de BN, ni en un bar exigiendo que le sirvan un cubata, en vaso de tubo y con mucho hielo. En todo hay grados.

Quienes pretendemos ser unos virtuosos de nuestros vicios jamás hemos buscado la evasión, sino el moderado placer que deparan. Que se empeñen en prohibírnoslos es lo único que nos deja estupefactos.