Carlos Salem, Fernando Ampuero y Leonardo Oyola; cabezas de pelotón.
Cultura

Escribir al compás de un tango

La editorial Salto de Página presenta en España a una nueva generación de autores hispanoamericanos unidos por la práctica del realismo sucio y el uso transgresor del lenguaje

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Historias grasientas de putas, locos, polizontes y trileros. A Leonardo Oyola y Carlos Salem les gusta Bukowski, Chandler, Blind Melon, Scorsese, Rally Fields, Sepultura, Linch, Ford y Tarantino. Si la voz de las alcantarillas, en vez de crecer -sucia, anémica, embarrada- en el Baltimore de los años 20, se hubiera llenado de tanto eco inmoral en la perra Argentina del último cuarto de siglo, escribiría quilombo, concha, pelotudo y retorbar; sería la expresión actualizada del mismo odio contra políticos y vírgenes, normas, leyes, estilos y chorraditas cool, pero palpitaría -eso sí- a ritmo de tango y de rock and roll.

Los críticos independientes -esos tres inconformistas que sobreviven como soldados de fortuna adscritos a cualquier cabecera sin proyección comercial-, saben que la herencia del malditismo bohemio, bien maridado con la buena novela negra, no late en esta rancia Europa, ni en el heretismo impostado de tipos como Wolfe o Crumb, sino en las plumas charras e irreverentes que bullen en la savia creativa del miedo, el coraje y el rencor por ese inmenso vivero de escritores que se abre al sur de El Paso.

La Editorial Salto de Página acaba de ganarse el favor de los incondicionales de las nuevas letras hispanas con un catálogo que permite disfrutar de excelentes narraciones escritas en lengua española, procedan de donde procedan. La vocación de la iniciativa consiste, según los valientes promotores de la idea, en «presentar obras de indiscutible calidad literaria que a un tiempo puedan ser satisfactoriamente recibidas por el público general y también por los lectores más exigentes».

Para ello, Salto de Página se precia de realizar una constante y provechosa labor de investigación en dos sentidos. El primero, y más relevante, tiene como finalidad descubrir a esos nuevos talentos literarios, españoles e hispanoamericanos, que están produciendo la mejor y más novedosa literatura de nuestro espectro. El segundo se propone editar para el público patrio obras de autores ya consagrados en sus propios países, pero no suficientemente difundidos en España.

Dentro de ambos grupos cabe toda una generación de literatos que no apuesta por Vargas Llosa, ni por Julio Ramón Ribeyro, ni por Juan José Saer, ni por Martini, García Márquez, Villoro o Volpi. Ni europeistas, ni folclóricos, ni progres, ni poperos, ni criollos. Lo suyo es más bien el lirismo obsceno, el argot de la calle, el poema novelado -o al revés-. Son, en definitiva, una panda de apóstatas del Boom (que bombea y bombea, década tras década, hasta el hartazgo total), más identificados con el desierto de Forajidos que con la selva bruja de Macondo.

Quizá, de todas las obras que conforman, hasta el momento, esta estupenda Colección Púrpura, las que mejor definen el espíritu de la empresa son Camino de ida (Carlos Salem); Chamamé (Leonardo Oyola) y Puta linda (Fernando Ampuero).

Oyola, argentino del 73, ha perpetrado, palabra sobre palabra y verso a verso, una truculenta road movie protagonizada por dos ex presidiarios, medio idos del alerón, que se ajustan las cuentas mutuamente tras un mal palo mientras se persiguen, y se insultan, y se disparan por los caminos polvorientos y calurosos de un territorio casi onírico, el del litoral porteño, hecho para la metáfora.

A medio camino entre el cómic, la trama negra y el esperpento, la historia fluye al ritmo alternado de Bon Jovi, Guns and Roses y Bruce Sprinting, (según se acelere o se ralentice), y no deja lugar al aburrimiento. Su lectura fragmentada garantiza risas y emoción, pero también encierra motivos sustanciales que superan el mero divertimento: el aprendizaje constante y doloroso, a porrazo limpio, que implica vivir en este mundo injusto que nos ha tocado habitar; la adicción al riesgo; la fascinación por los juegos al borde del abismo; el valor del amor y la nobleza a que obliga la amistad (pero sin lugares comunes ni tópicos edulcorantes).

Putas y pedagogía

Fernando Ampuero, limeño del 49, es uno de los autores más populares de la literatura peruana actual. En Puta linda plantea un modelo diferente de educación afectiva, la que se construye entre un joven aspirante a escritor y una prostituta fantasiosa que le va contando su vida (¿?) en pequeños episodios, cada vez que el aspirante a literato la visita en el prostíbulo y, de paso, le echa un polvo.

Sin moralinas gratuitas ni un morbo enfatizado, Ampuero consigue algo que parece imposible con los mimbres que se estilan en la narrativa actual: levantar un universo completo partiendo de no más de cuatro personajes estremadamente sencillos, pero dotados de motivaciones extrañamente complejas.

Finalmente, Carlos Salem, con un finísimo sentido del humor y muchas ganas de caricaturizar el trauma de la pérdida y el sentido mismo de la aventura, vuelca en Camino de ida toda su experiencia para invitar al lector a que asimile el nunca bien ponderado consejo de los hedonistas impenitentes: Carpe Diem, que este trayecto no tiene vuelta. dperez@lavozdigital.es