LA GLORIETA

Violencia deportiva

Ahora resulta que los partidos de categorías inferiores van a ser más peligrosos que una noche de fiesta en la punta de San Felipe con cuchilladas incluidas. La semana pasada, un grupo numeroso decidió vengarse de varios de los jugadores de un equipo de fútbol por una supuesta trifulca que tuvo lugar en una discoteca. Al grito de vamos a matarlos, los individuos saltaron al terreno de juego como una jauría de lobos para tomarse la justicia por su mano y con sus palos. Lo tenían todo tan pensado que hicieron un agujero por los vestuarios para poder entrar armados sin ser vistos. No es el primer suceso de estas características que se da en la provincia; algunos equipos están preocupados por si se producen situaciones similares durante uno de sus encuentros.

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Lo que cabe preguntarse es qué les habían hecho estos jóvenes como para querer quitarles la vida. Debió de ser algo que sobrepasó lo establecido dentro de las leyes cívicas dado que intentar matar a un grupo de adolescentes por un simple intercambio de miradas o gritos en un local nocturno no es suficiente, claro que para mí nada es suficiente como para llegar a agredir a nadie. Quizá es que era domingo, no tenían nada que hacer, porque gente como esa nunca tiene nada que hacer y por eso se les ocurren cosas como ir a partirle la cabeza a unos críos; se les acabaron las pipas y el dinero para chuches y decidieron ir a matar. Vamos, un plan como otro cualquiera, solamente que éste está penado por la ley y que cuando les encuentren, porque les encontrarán, no podrán hacer nada más que bajar la cabeza y dormir en el calabozo teniéndose que tragar palabras como vamos a matarlos, porque no tendrán a nadie a quien matar.