El Comentario | A poco más de un mes para votar, por Valentí Puig
Los efectos de la crisis bursátil han logrado que las cuestiones económicas polaricen la escena pre-electoral, por si no bastaba con que el PP hubiese decidido dar prioridad a la economía en su campaña. Ciertamente, casi siempre ocurre que la más milimetrada de las campañas se va al garete por una sucesión de imprevistos. A veces incluso logran alterar lo que era un resultado electoral previsible, como fue en marzo de 2004, después del macro-atentado de Madrid. Para marzo de 2008, las encuestas no dan un ganador visible: hay quien habla de empate técnico y ya está a la espera de la photo-finish, como en aquellas carreras de caballos que se ganan por una ventaja casi imperceptible o incluso dudosa. Todos los factores están sobre la mesa del analista: el voto indeciso, la abstención, el reparto territorial de escaños, las trasferencias de votos, la distribución de restos según la ley D'Hondt. Incluso se hacen hipótesis sobre quien, en último extremo, resultaría ganador, si quien tiene más votos o más escaños. Siendo nuestro sistema de representación parlamentaria, la medida de las presencias mayoritarias o minoritarias se diría que ha de dirimirse por número de escaños, como en tantos otros países democráticos.
Actualizado: GuardarHaciendo memoria de las elecciones generales que ya llevamos desde el fallecimiento de Franco, en la mayoría de ocasiones existían indicios de lo que iba a ser la futura mayoría parlamentaria, aunque no siempre mayoría absoluta. En las dos primeras elecciones generales de la Transición se preveía que la mayoría sería para el centro de Adolfo Suárez y así ocurrió. Luego vinieron las tres victorias del socialismo, a partir de la primera en 1982, con mayoría absoluta. A continuación, ganó el PP de Aznar en 1996, pero sin mayoría absoluta. La obtuvo en 2000. Aznar anunció que sólo iba ser presidente por dos mandatos y Rajoy fue puesto al frente del PP. Aunque en los últimos días se percibía una tendencia a la baja, lo cierto es que el PP iba a las elecciones de 2004 como ganador. Ganó Zapatero, teniendo que pactar con ERC e IU.
Existen varias hipótesis para el día después del 9 de marzo. La menos previsible por ahora es la mayoría absoluta, ni del PP ni del PSOE. Otra es la minoría mayoritaria que busca alianzas parlamentarias según cada circunstancia y otra es la composición de una alianza parlamentaria post-electoral que sea más o menos permanente. En los dos últimos casos, los partidos que más contarían serían el PNV y CiU. Lo que se pregunta el ciudadano es que contraprestaciones serían necesarias para que los nacionalistas vascos o catalanes optasen por dar su apoyo parlamentario a la minoría mayoritaria del PP o socialista. Ahí aparecen dos paquetes bastante voluminosos: de una parte el plan Ibarretxe; de otra, el recursos de inconstitucionalidad presentado por el PP contra el estatuto autonómico catalán. En los dos casos, el trago es más duro para el PP puesto que el PSOE de Zapatero ha dado ya ejemplos manifiestos de concesión. La índole de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el recurso del PP puede contribuir en uno u otro sentido a una mayor fluidez de alianzas por parte de Rajoy en caso de poder optar a la investidura. El 9 de marzo no solo está en juego el poder político.