DISPUTA. El atacante cadista, Julio, intenta llevarse el balón controlado ante la oposición del lateral izquierdo sanluqueño, Pipi. / A. VÁZQUEZ
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El protagonista viste de negro

El colegiado malagueño Gómez Ruiz complica un partido sin historia entre Cádiz B y Sanluqueño en el que el fútbol de calidad brilla por su ausencia

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Dos guiones diametralmente opuestos se necesitan para narrar lo que en la mañana de ayer sucedió en El Rosal entre el Cádiz B y el Sanluqueño. El primero, el de un partido tosco, poco vistoso y sin ocasiones de claro peligro. El segundo, el de un trío arbitral que se encargó de dar intensidad y emoción a una hora y media de castigo deportivo.

Amenazaba el viento de Levante con hacer de las suyas en los primeros compases del partido. Unos minutos iniciales de tanteo en los que ambos conjuntos se preocuparon más de mantener la posición que de irse arriba para hacerse con la victoria. Un saque de esquina botado por Juanje que se envenena y obliga la estirada de Jero y un mano a mano de Carrasco con Terrén que el delantero de La Granja desaprovecha al dejarse el balón atrás fueron las únicas ocasiones dignas de tener en cuenta.

La facilidad con la que los jueces de línea levantaban la bandera ante cualquier sospecha de fuera de juego fue minando la moral del banquillo sanluqueño, que estalló en la segunda mitad. Dos tarjetas amarillas al portero suplente Moisés y al técnico Moreno Rosillo y dos expulsiones por roja directa al delegado y el fisioterapeuta fueron la consecuencia de las protestas. Pero el desacierto de Gómez Ruiz se veía también reflejado en lo que pasaba dentro del campo. La autoridad y el respeto no la otorga un silbato, una cartulina o una camisola negra, sino el carácter y la capacidad suficientes para salir airoso de cualquier tipo de conflicto.

Faltando un cuarto de hora, el Sanluqueño se queda sin Juanma al ver la segunda amarilla por continuar con una jugada que había sido invalidada por fuera de juego. Comenzaba el sufrimiento para un conjunto verdiblanco que, no obstante, supo resistir bien ante un Cádiz B falto de ambición que no aprovechó su superioridad. De hecho, fue de nuevo Carrasco quien pudo adelantar a los suyos con un nuevo desmarque que esta vez tampoco supo culminar. Poco después, Sergio Beato se queda sólo y Terrén hace un paradón tres metros fuera del área. El trencilla no lo piensa y se precipita a expulsar al cancerbero, pero la bandera levantada del asistente, que llega tarde, le hace cambiar de parecer. Fuera de juego, como el que lo tenía que pitar.

Llega el descuento. Juanje lanza una falta que entre Jero y el palo se encargan de despejar. Rosendo cabecea el rechace y aparece de nuevo Jero. Cuando parece que todo se acaba, Julio simula agresión de Silveira. Nuevo despropósito y nueva perla arbitral. Roja directa y todos al vestuario.