Rebrote nacionalista
Actualizado: Guardara victoria del candidato ultranacionalista y populista, Tomislav Rikonic, en las elecciones presidenciales del pasado domingo inaugura un período de incertidumbre en Serbia y arroja inquietantes dudas sobre la envergadura del resurgimiento nacionalista en el país balcánico y los efectos de su frustración política hacia occidente. Aunque la derrota del candidato liberal y pro-occidental, Boris Tadic, se produjo por un escaso porcentaje, no es posible descartar que la exacerbación de los sentimientos nacionalistas serbios ante el apoyo de la UE y Estados Unidos a la inminente declaración de independencia de Kosovo pueda conducir al país, en la segunda vuelta del 3 de febrero, hacia una futura orientación geopolítica en la órbita rusa en lugar de hacia su natural aproximación e integración europea. La resistencia de los 27 a suscribir con el país que gobierna Kostunica un acuerdo de estabilización y asociación quizá no sea la actitud más acertada hacia una sociedad inestable que en buena medida continúa alimentándose de sus mitos originarios. El domingo los serbios se inclinaron en contra de la independencia de Kosovo y a favor de una alianza con Rusia, a quien amplios sectores contemplan como socio fiable y natural, frente a una Unión Europea que según el líder del Partido Radical Serbio no hace más que imponer humillaciones a su país. La UE ha vuelto a dejarse arrastrar en exceso por las decisiones adoptadas a priori en Washington. La crisis de Kosovo y el futuro de Serbia requerían un tratamiento específicamente europeo que no ignorase el efecto de la anunciada declaración kosovar en un país extremadamente reticente a la política norteamericana y que se encuentra ante la difícil encrucijada de optar entre Rusia y Occidente.