La familia Clinton al completo no puede ocultar su alegría tras la victoria de Hillary en Nevada. / ASSOCIATED PRESS
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Juego sucio demócrata en Las Vegas

Hillary Clinton esperó en vano la felicitación de Barack Obama en Nevada, que no se sintió derrotado al conseguir un delegado más

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Incluso entre rivales la tradición electoral estadounidense demanda que sea una batalla de caballeros. El perdedor comparece, felicitando con elegancia a su adversario y éste sale a celebrarlo con sus seguidores. El sábado, los de Hillary Clinton se quedaron esperándola en el salón del hotel Casino Planet Hollywood, como ella se quedó esperando la concesión de Barack Obama, pese a haberle ganado por 51% a 45% de los votos. Ayer, ni una palabra en los medios. Lo que ocurre en Las Vegas, se queda en Las Vegas, dice el eslogan de la ciudad del juego y la perdición.

La única pista del rifirrafe que coronaba una sucia campaña de amenazas, insultos por radio y engaño de los votantes más ignorantes fue el comunicado de dos líneas que remitió la campaña de Clinton por correo electrónico, mientras la prensa aguardaba eternamente a los candidatos, extrañada de que desaprovecharan la atención nacional.

«Hillary Clinton ganó hoy (por el sábado) los caucus de Nevada con la mayoría de los delegados que estaban en juego. La campaña de Obama está equivocada, los delegados para la convención nacional no se eligen hasta el 19 de abril». Eso era todo. ¿Acaso el candidato afroamericano disputaba la victoria de la ex primera dama en Nevada? Eso parece. Obama no apareció hasta el día siguiente en una misa gospel de Atalanta (Georgia), donde habló de Martin Luther King e ignoró completamente lo que había ocurrido en la cita de Nevada.

Hillary tuvo que marcharse del estado sin dar su discurso de victoria, y dejar los triunfalismos para su siguiente parada electoral en Missouri.

La culpa del desacuerdo la tiene el oscuro sistema de los caucus, donde en realidad no se eligen delegados a la Convención Nacional del partido, donde coronan con su voto al ganador, sino a la convención del condado, de allí a la del estado y de ésta a la nacional. La senadora Clinton ganó mayoritariamente en el condado de Las Vegas, donde triunfó en siete de los nueve megacasinos con el apoyo mayoritario de la población hispana (el 65% la prefirió a Obama, que obtuvo el 20%). El senador de Illionis, sin embargo, triunfó en dos grandes condados rurales. Si el 19 de abril los delegados que hayan sido elegidos para la convención estatal votan por los nacionales de la misma forma que lo han hecho los votantes, a Obama se le asignarán más delegados para la Convención Nacional que a Clinton. En concreto trece frente a doce, según el cálculo de CNN y Associated Press, que coincide con el de la campaña de Obama. De ahí que no haya querido conceder una derrota que puede no existir.

Los caucus de Nevada, que por primera vez en la historia se celebraban fuera del pelotón del Supermartes, resultaron especialmente caóticos, sucios e irregulares para un país que ha hecho de la democracia su bandera en el mundo. Tanto es así que en uno de los colegios electorales, el de Mojave, los partidarios de uno y otro se jugaron la victoria a la carta más alta.

Una reina frente a un 10

Con baraja de póquer a estrenar, y un crupier severamente escrutado por los nerviosos jugadores, el representante de Obama sacó un 10 de picas, y el de Clinton una reina de corazones.

Así es como Tom Komenda ganó el distrito para la ex primera dama, tras resolver el desempate de 48 votos, que no permitía asignar equitativamente los cinco delegados. Sólo ocurre en Las Vegas.

Le siguieron los gritos y abucheos de unos seguidores que dieron su peor espectáculo en los casinos de la famosa franja de Las Vegas Boulevard, donde los miembros del sindicato de trabajadores culinarios, fuerza laboral de los megacasinos, intimidaron y amenazaron con represalias a quienes se saltaron valientemente la disciplina sindical para votar por Hillary Clinton, la mayoría de ellos hispanos.

Cosas de votar en voz alta frente a tus jefes y compañeros de trabajo. «No te preocupes, Alicia, te voy a coger.

Nos vemos dentro de un minuto», vociferó Darlene Brown en el hotel Casino Mirage, cuando no pudo convencer a una de sus compañeras del servicio de habitaciones para que se decantase por Barack Obama.