Los jesuitas deciden
El cónclave de la Compañía elegirá probablemente hoy al nuevo general entre más llamadas a la obediencia
Actualizado: GuardarLa Compañía de Jesús elegirá probablemente hoy, en una jornada histórica, su nuevo prepósito general, el sucesor número 29 de San Ignacio de Loyola tras la dimisión del actual, Hans Peter Kolvenbach. El Papa la aceptó de forma excepcional, a sus 80 años y tras 25 en el cargo, por edad y cansancio. Tras los cuatro días de reflexión de la Congregación General, el cónclave de la orden, el día de la votación se abre con una misa. A las 9.30 empieza la sesión, con una hora de oración, y luego cada uno de los 217 electores escribirá un nombre en una papeleta. Todas las fuentes consultadas prevén que hoy mismo alguien logrará los 109 votos necesarios. Si no, se seguirá votando. No obstante, quienes han coincidido con los electores, a la hora de cenar en los lugares de Roma donde se alojan, opinan que ya se les ve «relajados», como si por fin predominara el consenso.
El elegido será el nuevo Papa negro, único cargo vitalicio de la Iglesia además del pontífice, pero con hábito oscuro. Deberá marcar la dirección en la orden que más ha estirado la cuerda del Vaticano en el plano social y teológico en la última mitad del siglo XX. De hecho, la llegada de Juan Pablo II significó el enfrentamiento con su superior, Pedro Arrupe, y su marginación, con una llamada a la disciplina y el descabezamiento de la teología de la liberación.
Toda la Iglesia está muy atenta a los jesuitas, vistos como su élite intelectual y progresista, para saber si van a encarar el nuevo siglo dando un arreón hacia adelante o si optarán por secundar a Benedicto XVI en estos tiempos inciertos. Por decirlo en los términos castrenses que inspiran el espíritu de la Compañía, si regresan como avanzadilla de choque, más por libre, o escoltan a la autoridad como buenos soldados. La orden, consciente de su declive y el de la Iglesia en vocaciones y peso social, debe decidir cuál es el camino que tiene futuro después de Wojtyla.
Fricción u obediencia
Esta valoración puede coincidir o no con la del actual pontífice y la decisión, en esencia, se reduce a elegir entre una nueva era de fricción con el papado, sabiendo cómo se las trae Ratzinger en cuestión de disciplina, o una línea más obediente que cierre filas en la Iglesia. Benedicto XVI conoce bien a los jesuitas. En el fondo, son de la misma pasta. Les aprecia como gente culta y erudita, curtida en la universidad, y admiró en su día a teólogos jesuitas como Karl Rahner. Por otro lado, le correspondió a él, siendo prefecto de Doctrina de la Fe, meter a muchos en vereda. El Papa y parte de los teólogos de la Compañía chocan en puntos que son claves del pontificado, como la relación entre razón y fe o la aplicación de las reformas del Concilio Vaticano II.
La carta del Papa a la orden, conocida ayer, supuso una nueva llamada a la obediencia, otro aviso para navegantes que se cierne sobre un cónclave dividido entre dos corrientes: la audacia o la prudencia. Lo describió certeramente Kolvenbach en una entrevista antes del cónclave: «Eligiendo uno u otro, la Compañía dice lo que espera, un profeta o un sabio, un innovador o un moderador, un contemplativo o un activo, un hombre de punta o de unión».
Estas sensibilidades se refleja en los candidatos que suenan. La opción más audaz sería alguien como, por ejemplo, un general indio, país emergente y símbolo de un mundo global donde la orden cuenta con 4.000 miembros y 16 provincias. Como el provincial indio, Lisbert DSouza. Aquí aparece un vasco, el donostiarra Fernando Fernández Franco, que ha pasado parte de su vida en India, trabajando por las castas discriminadas. Otro español, Adolfo Nicolás, afincado en Japón, responde a este perfil pero su avanzada edad le quita puntos. Otra posibilidad, sin salir de Asia, es el australiano Mark Raper, provincial de Oceanía, que ha dirigido el importante servicio jesuita de refugiados.
Del otro lado, asegurando más flexibilidad y cercanía al Papa, surge el nombre de Federico Lombardi, actual portavoz vaticano, aunque no se sabe si esto le favorece o le perjudica. También aquí se habla de un vasco, Iñaki Echarte, aunque se le sacan peros a su formación. En esta línea encajaría también el provincial español, Elías Royón. Pero el elegido podría ser alguien ausente en las quinielas, como ocurrió en 1983.