MILENIO

Túnel del tiempo

SI la política fuera una ciencia exacta ya estaría abolida a estas alturas de la historia. Platón disimularía su desconcierto, Maurice Chevalier se congratularía y Pitágoras sonreiría con sorna. Tiempos complicados, los actuales, para las lecturas políticas. Fíjense: vuelve la ex senadora, ex ministra de Cultura de UCD y ex alcaldesa de Sevilla, Soledad Becerril, como cabeza de lista por Sevilla al Congreso, coincidiendo con la profunda consternación de Ruiz Gallardón y el subidón indisimulado de la muy conservadora (integrista para muchos) Esperanza Aguirre.

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Porque hay que recordar el largo silencio que ha cultivado la señora Becerril en estos trienios de influencias y mando del tridente Acebes-Zaplana-Aguirre. La ex alcaldesa ingresó en AP de la mano de Antonio Mancha, quien acababa de ganarle por goleada en el congreso del partido al otro candidato a la dirección, Miguel Herrero de Miñón. Pero se torcieron las cosas y tuvo que intervenir Manuel Fraga hasta el punto de asumir el liderazgo del partido. Soledad entró en crisis, recordando sus tiempo en UCD, un partido inequívocamente de centro. Y tras Fraga irrumpió Aznar, José María, lo que provocó un largo silencio político de la centrista Soledad Becerril.

Y como en un túnel del tiempo de ribetes psicodélicos, Soledad de nuevo en la escena pública, como el jiennense Gabino Puche, número dos de Antonio Hernández Mancha, que acabó refugiándose en la política nacional hace más de quince años.

Ayer, en Sevilla, pues, la pregunta política era: «¿renovación política en el PP?» No, en puridad, sería la respuesta, aunque también está ya en la escena pública Amalia Gómez, compañera de viaje de Soledad y ex directora general de Asuntos Sociales en un Gobierno Aznar. Quizá sea una carambola a tres bandas del dicharachero Arenas, incansable en sus afanes y estoico como un turco antiguo ante las adversidades. Pero aquí no se rinde nadie, y allá esos polvos entre Aguirre y Ruiz Gallardón. ¿Qué piensan los socialistas? Están ensimismados pero contentos.

Los más optimistas no descartan vencer por mayoría absoluta. Por favor, hay que insistir: la política no es una ciencia exacta.