La cuestión energética
Me pongo a temblar cuando veo venir al presidente del Gobierno montado en el dos caballos, descapotado y melena al viento, con el concierto de Woodstock en el radiocasete y como libro de cabecera Alicia en el país de las maravillas. Así me lo imagino cuando nos explica lo que el Gobierno va hacer con el cambio climático. Sin embargo no tiemblo, sino que directamente me cabreo cuando leo cómo Al Gore El jeta de la cuestión energética, quintuplica la factura eléctrica doméstica de una familia norteamericana media y ha multiplicado por cincuenta su patrimonio desde que defiende con ahínco -y hasta límites que rozan el catastrofismo-, el cambio climático y sus consecuencias.
Actualizado: GuardarEstá constatado científicamente que el hombre es el causante de la elevación de la temperatura del planeta, que a su vez repercutirá, ya lo hace, en los ecosistemas con efectos indeseables. A pesar de ello el cambio climático no puede ni debe ser considerado como una cuestión dogmática, pues parte de teorías predictivas que a su vez se fundamentan en la incertidumbre sobre las consecuencias reales del impacto que el calentamiento del planeta va a tener en el clima en general.
El problema del clima tiene una estrecha y directa relación con la cuestión energética. Como todo en la vida se impone la sensatez, el sentido común y el necesario punto de encuentro y equilibrio. La energía es imprescindible para el desarrollo de las economías domésticas, como para el desarrollo de los tres sectores de la actividad económica, en especial para el industrial. Sin energía no hay industria.
El modelo auspiciado por el Gobierno se basa fundamentalmente en el desarrollo e implantación de las energías renovables. Pero éstas, hoy por hoy sólo pueden ser contempladas como un complemento a los modos tradicionales de producción energética que se basan en la utilización de combustibles derivados del petróleo, del carbón o del uranio.
Sol, agua y viento, son los ingredientes para las renovables. Lo verde está de moda y el Gobierno no está dispuesto a ir contracorriente. Nuestro paisaje cambia a marchas forzadas, parques eólicos y huertos solares inundan nuestros campos, impactando visual y medioambientalmente. Los valores bursátiles relacionados con el negocio de las energías renovables están sobrevalorados y puede pasar con ellos en el medio y largo plazo lo que pasó con los valores del Nasdaq cuando la burbuja tecnológica arrastró los mercados financieros, en el año 2000. De momento los precios y las subidas en la Bolsa están empujando la demanda, lo que supone una gran inversión en energías renovables. Así, son significativos los casos de Acciona, que acumula una revalorización cercana al 65% y de Gamesa, como empresa suministradora de los elementos del inmovilizado necesarios para el desarrollo de los elementos de producción de energías renovables, con revalorizaciones cercanas al 50%.
Dos cuestiones alarman al efecto. Una, relacionada con proyectos que exceden la capacidad industrial y financiera del sistema y la otra, la estimación consistente en que este tipo de energía como negocio está sobreestimada, al igual que el crecimiento del sector, máxime cuando está acreditado que la energía solar y las demás que se apellidan renovables, dependen total y absolutamente de las tarifas y en cuanto éstas cambien, las expectativas que hoy existen se truncarían de manera vertiginosa.
A fecha de hoy, una radiografía del sector nos indica que las eólicas cuentan con un tratamiento legal muy positivo y las compañías que se dedican a éste negocio no están concentradas exclusivamente en el mercado español. Las que utilizan combustibles orgánicos, sustitutivos de los carburantes fósiles, son las más incipientes y por lo tanto las más desconocidas para los inversores. La empresa protagonista es Abengoa, que se incorpora al Ibex, por su actual capitalización bursátil, debida ésta a la fuerte revalorización.
Sin lugar a dudas, las posibilidades económicas de las renovables pasan por su dependencia y relación con el intervencionismo tarifario eléctrico español. La prima recibida por sector y financiada con cargo a la factura eléctrica, considerada por los expertos necesaria hasta la fecha, presenta el problema de su cuantificación y ajuste a la realidad del mercado. Teniendo en cuenta que el mercado se encuentra desbordado de instalaciones de renovables, el sistema hasta ahora diseñado se presenta insostenible y es urgente modificar el sistema de primas actuales. No sólo se deberá debatir la cuantificación y volumen de las primas, sino que es prioritario determinar el origen de la financiación de las mismas, es decir, quién las costea, el consumidor como hasta ahora a través del recibo de la luz y por lo tanto de forma lineal, o el Estado, o ambos en la proporción que se determine. El Estado pretende contribuir a ello con 250 millones al año en los próximos cuatro ejercicios, lo que supondrá en el fondo un efecto descorazonador en la bajada de las emisiones de CO2 que será del 0,1%.
Si descorazonadora es la propuesta del ejecutivo para la reducción de las emisiones de CO2, más aún lo será las consecuencias perniciosas de la actual política tarifaria de precios de la electricidad, ya que el Gobierno ha decidido eludir la subida, lo que pospone en el tiempo la solución de la deuda contraída por el estado con las compañías eléctricas, que se estima en 1500 millones. Ese déficit es financiado con cargo a la factura de la luz, de tal modo que el importe de la tarifa es pagada por el consumidor según el siguiente desglose: una parte al contado y la otra a plazos, ya que la tarifa actual no supone la determinación del precio real del coste de su producción.
Así las cosas, y por que la vida sigue y las necesidades sociales de crecimiento económico son irrenunciables para los españoles, con el debido respeto medioambiental, la utilización de la energía atómica es absolutamente imprescindible y necesaria. El debate al respecto va clarificando las distintas posturas. Primero fue la CEOE en mostrarse a su favor, luego CC.OO, ahora se suma a la causa la UGT. Los dos principales partidos políticos con suficiente peso parlamentario discrepan, el PP dice sí, mientras el Gobierno dice no. Sin embargo el mensaje de los socialistas presenta importantes fisuras de última hora, comenzando con relevantes figuras del PSOE, como Felipe Gonzalez y Carlos Solchaga, para terminar en las filas del propio Gobierno, donde se materializa el cisma en los Ministerios de Industria y Economía, ello a pesar de la negativa rotunda del presidente, que incluso mantiene para el futuro inmediato un plan de reducción progresiva de dicha energía.
La impostura de los movimientos ecologistas sobre la energía nuclear ha sembrado en la sociedad la consideración de la energía atómica como algo maldito y cuestiona a todo a aquel que se atreve a contradecirles. Yo abogo por el siguiente eslogan Nucleares, ahora y de momento por supuesto que sí, gracias.