Kiki: El ojo público
Arthur Fellig, Weegee fue un fotógrafo americano de los años cuarenta que retrató la dura sociedad neoyorquina donde los inmigrantes se hacinaban luchando por un rayo de esperanza. Un mundo de alcohol, delincuencia, miseria, corrupción, mafia y crímenes que él supo convertir en arte fotográfico en estado puro, con tomas directas y descarnadas. Fue llevado a la pantalla por Howard Franklin (The Public Eye, 1992), con Joe Pesci como Bernzy. Pero además de esa faceta, más conocida, supo plasmar la vida palpitante de las calles, tomar el pulso al magma social en el que estaba cristalizando la sociedad contemporánea por antonomasia.
Actualizado: GuardarRecorriendo la exposición 140 Fotos de primera de Joaquín Hernández en la Diputación, pensaba que Kiki es nuestro Weegee gaditano. Un fotógrafo de prensa que ha trascendido su oficio más allá de ejercer como notario visual del tiempo y la ciudad que le han tocado vivir, para convertirse en un artista, en un fotógrafo sin más adjetivos.
Como testigo privilegiado de los últimos 30 años de la vida de Cádiz, su trabajo permite recuperar nuestra deshilachada memoria colectiva. Por los objetivos de sus lentes han pasado las luces y sombras de este tiempo de esperanza que coincide con la llegada de la democracia. Desde aquella sociedad un poco rancia de las fiestas típicas gaditanas ha ido congelado en el tiempo a personajes y momentos de nuestra pequeña gran historia. Para los que entonces éramos jóvenes tiene algo de vértigo asomarnos a nuestra propia imagen en el tiempo con la que, en ocasiones, nos cuesta identificarnos.
Weegee se ganó una merecida fama de huraño y malhumorado como parte del precio que hubo de pagar para conseguir estar siempre en el momento y el sitio justo. Kiki a diferencia de él, ha sido capaz de llegar el primero sin, por ello, perder la calma y la sonrisa. Su gran triunfo es haber alcanzado su sueño y a pesar de lo duro y esforzado de la carrera, no haber perdido un ápice de humanidad, ser solidario, haber ganado innumerables amigos y tener siempre una sonrisa dispuesta. Nada más terrible que el precio que muchos pagan por la riqueza, el poder o el éxito: cuantos se dejaron en el camino el alma, la familia y los amigos y al mirar hacia atrás están solos o acompañados por deudos y gorrones.
En Fotos de Primera hay fotoperiodismo en estado puro: la descripción gráfica que no necesita del pie de foto, que condensa y expresa el hecho y capta la atmósfera y el sentimiento dominante. Alcanza su mayor grandeza cuando convierte en protagonista a un Juan Nadie que nos representa a todos. El cariño con el que fotografía a quienes quiere o admira, produce imágenes tan memorables como las de Alberti, Quiñones, Federica Monstseny, Chano Lobato, Alfonso Perales o Camarón que, en ocasiones, sustituyen ventajosamente a la memoria individual de cada uno.
De las muchas horas que pasé en su laboratorio me queda, además de la nostalgia romántica de las fotos analógicas, la presencia de un hombre sabio y tranquilo, capaz de ayudarte sin que se notara. Sé que con los amigos no se puede ser objetivo (ni falta que hace), así que les invito a que se acerquen por la exposición (hasta el 20 de enero) y juzguen por ustedes mismos. Seguro que sentirán un pellizco en las entretelas del alma.