MARATÓN. Hillary Clinton dio toda una lección de fortaleza y sabiduría política el domingo, en un mitin celebrado en Nashua / AP
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Última oportunidad para Hillary

La senadora por Nueva York se la juega en las primarias de New Hampshire, donde el 'fenómeno Obama' le saca una clara ventaja en las encuestas

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Durante dos horas y media Hillary Clinton respondió pacientemente a las preguntas de la audiencia que el domingo desbordaba el colegio de Hampton (New Hampshire), donde cerró una apretada jornada de campaña. La única mujer en doscientos años que ha amenazado la hegemonía masculina de la Casa Blanca hizo un alarde de conocimiento político en cada una de sus detalladas respuestas, pero las encuestas auguraban que era demasiado tarde para frenar el fenómeno Obama.

La de USA Today/Gallup le adjudicaba una sólida ventaja de 13 puntos (41% a 28%) al candidato afroamericano, mientras que el infalible Zogby, que adivinó el batacazo de Clinton en Iowa horas antes de que se produjera, la reducía ligeramente a diez puntos (39% a 29%). En ambos casos, el ex senador de Carolina del Norte John Edwards, que en Iowa se benefició del particular sistema de los 'caucus' para quedar segundo, pasaba aquí al tercer puesto con el 19%.

«Si pierde en New Hampshire, Hillary está acabada», sentenciaba el director del Centro de Sondeos de la Universidad de New Hampshire, Andrew Smith. Por eso la ex primera dama se dejaba ayer las tripas en los escenarios intentando demostrar su experiencia política para recalcar que «las palabras, por bonitas que sean, no son un cambio en sí mismo», decía. «El cambio se hace con hechos». Los que ella dice haber demostrado en 35 años de carrera política.

Bill Clinton, el hombre a cuya sombra ha vivido toda su vida, se desvivía en paralelo para desmentir la fama de mujer ambiciosa que tanto la ha dañado a su esposa. «Conozco a Hillary desde hace mucho tiempo, lo suficiente como para saber que busca la presidencia por los motivos correctos», escribió ayer a sus seguidores. «Los mismos por los que no buscó un trabajo lucrativo en una firma de abogados cuando salió de la universidad, sino que en lugar de eso se fue a trabajar con niños».

«Es la más preparada»

Al verla, Sara García Grant, que debe el apellido a su matrimonio con un emigrante vasco, ratificaba la decisión de apoyarla que tomó la noche antes, cuando admiró su desenvoltura en los debates. «Es la más preparada y la más inteligente de todos. Supo salir bien de todos los ataques y explicar detalladamente su programa. Obama habla de generalidades». La mujer había esperado pacientemente en una sala contigua hasta que se hizo sitio en el saturado gimnasio donde las autoridades habían prohibido el paso al superarse la capacidad del recinto, pero la mayoría de los seguidores de la senadora por Nueva York que se quedaron fuera prefirieron volver a sus casas sin verla.

Era una de las diferencias entre la ex primera dama y el senador de color que puede destruir el sueño de ver a una mujer convertida en presidenta de EE UU. El entusiasmo que ha generado Obama entre jóvenes idealistas y adultos de espíritu joven provocó a lo largo del día riadas que triplicaban en número a los que entraban en los mítines, y que aceptaron quedarse a escucharle por los altavoces con la sensación de estar viviendo un pedazo de la historia. La imparable adrenalina que desata el 'fenómeno Obama' se reflejaba también en los semáforos de Nashua ayer al amanecer, cuando los grupos exaltados de voluntarios blandían festivamente carteles de «Atrévete a soñar» para arrancar votos entre los que empezaban la jornada laboral. Obama es, según sus carteles, «la esperanza en la que se puede creer», mientras que Hillary Clinton, «la opción inteligente», está «lista para el cambio». Por su parte, el republicano Mitt Romney se define como el forastero que va a cambiar Washington y su rival John McCain como el que se ha peleado con Washington por intentar cambiarlo.

«Esto del cambio debe estar pegando, porque ahora todos hablan de eso», observaba irónico el candidato afroamericano que ha conducido su campaña desde el principio con ese lema. «Y no me importa, me parece bien, los necesitamos a todos a bordo para llevar a cabo el cambio».

Talante de unidad

Este talante de unidad que nunca se ha visto agriado por ataques personales o mensajes de división era el que alentaba la idea de que hay en camino una nueva forma de hacer política con la que sanar las cicatrices del pasado.

Hasta un viejo amigo de los Clinton que prefería no dar su nombre para no enemistarse con el matrimonio veía en el senador de Illinois una mejor opción para EE UU. «Ella es la figura más polarizadora que tiene este país después de Bush», explicaba. «Si ganase volveríamos a aquellos días de crispación que doblegaron el espíritu emprendedor de nuestro país y nos hundieron en la apatía política», confesó ese abogado de Nueva York que había acudido personalmente a tomar el pulso de la campaña.