«Quiero que este año nos haga suspirar a todos»
«Mi familia no está viviendo una mala racha, la vida es eso: una montaña rusa que sube y baja», dice la hija de Rocío Dúrcal
Actualizado: GuardarBajo una apariencia dulce, la hija mayor de Júnior y de la desaparecida Rocío Dúrcal esconde todo un carácter. Carmen Morales acaba de cumplir 37 años y es madre de un niño de once, hijo de Óscar Lozano, con el que rompió hace tiempo. Ahora se la relaciona con un compañero de reparto en la obra Olvida los tambores, que Carmen representa actualmente en Madrid, pero ella guarda silencio. Hace unos días, la actriz pasó por Barcelona para amadrinar un centro de depilación láser de nombre tan obvio como Sin Pelo.
-¿Obsesionada con la depilación?
-Soy coquetuela, pero no obsesiva. Me gusta cuidarme y ofrecer una imagen limpia. Me he sometido a la depilación por láser y lo recomiendo al cien por cien. Yo me he vuelto más coqueta con la edad. De hecho, cuatro amigas, un grupo de mamás del cole, siempre hacemos una sesión de spa una mañana al mes. Es bueno dedicar tiempo a una misma.
-Claudia Cardinale dice que nunca recurrirá a la cirugía estética.
-¿Nunca? Pues la felicito, porque a su edad está maravillosa. Yo en cambio estoy totalmente a favor, siempre y cuando uno no se obsesione con ella. Porque hay gente que acaba deformando sus rasgos. Creo que la cara no me la tocaría nunca. Me da mucho miedo. Pero el cuerpo, sí.
-En su caso, tiene una buena herencia genética. Igual que su hermana.
-A Shaila y a mí nos confunden muy a menudo. Y eso que yo tengo diez años más. Para mí es un orgullo parecerme a mi madre en lo que sea, desde el carácter a la forma de mover las manos. Además, las mujeres con la edad nos vamos pareciendo cada vez más a nuestras madres.
-¿No piensa volver a cantar?
-Lo he dejado aparcado en doble fila. Yo con once años y mi hermano con siete cantábamos aquello de Sopa de amor, pero pronto vimos que no nos quedaba tiempo ni para jugar. Así que paramos y nos dedicamos a nuestros estudios. Y acabamos todo: colegio, universidad... Pero lo de cantar nunca se olvida. El artista lo es en todos los sentidos. Los musicales están en auge y me encantaría participar en uno de ellos. De hecho, ya tengo una profesora que me está preparando.
-Ahora está en Olvida los tambores, de Ana Diosdado.
-Sí, y no es un musical. Pero tengo un personaje maravilloso. Se llama Pili y es una mujer muy conservadora. De repente le pasa algo que le hace enfrentarse a la vida de otra forma. Su personalidad da un giro tremendo.
-Hace poco, la he visto riñendo a los reporteros en plena calle.
-Tengo carácter. Uno intenta siempre estar tranquilo en su día a día, pero de repente te saturan y sale ese genio. Yo también insulto en el tráfico, no se crea.
-Y esas fotos con Antonio Hortelano han colmado su paciencia...
-A mí es muy sencillo pillarme porque de mi vida personal se conoce el 95%. Saben dónde trabajo, dónde vivo, dónde estudia mi hijo Lo que sí está en mi mano es hablar o no de mi vida personal. Y no lo voy a hacer. Quiero que me dejen un trocito para mí.
-También dijeron que no sabía nada de la boda de su hermana.
-Me preguntaron si mi hermana se casaba. Yo me quedé un poco así... Y me dijeron que ya lo había dicho ella. Lo que yo dije es que no sabía que ella lo había dicho. Y dieron a entender que no sabía que se casaba. De una tontería como ésa llegaron a rellenar minutos... para aburrir. Pero me da igual. Mi hermana y yo sabemos que somos uña y carne. Los demás que piensen lo que quieran. La cosa es sacarle punta. Es como el paralelismo que se está haciendo entre mi padre y Ortega Cano o entre Chayo (Rosario Mohedano) y mi hermana. ¿Pero no se cansan?
-Cuando nació su hijo vendió una exclusiva. ¿Se arrepiente?
-Bueno, digamos que no he querido seguir por ese camino. Cuando las cosas no me llenan no tiro por ahí, porque eso me hace infeliz. Yo hago las cosas que me hacen feliz, porque luego la vida ya se encarga de darte palos.
-¿Cómo está su padre?
-Bien. Bueno, pasando otro bache, con la reciente muerte de su padre, pero tiene también a mi abuela y debe cuidar de ella. Eso le da fuerzas. Lo de mi abuelo ha sido lo que llaman ley de vida. Yo tengo mucha tristeza, pero no angustia. Es un hombre que murió con casi 92 años. Peor fue lo de mi madre. Eso no lo voy a superar nunca. La palabra superación no existe en estos casos. Es aprender a vivir con la ausencia.
«Soy fuerte»
-¿Su familia es víctima de una mala racha?
-No, no. Cuando te pasan varias cosas malas uno se intenta escudar en eso de la mala racha. Pero a lo mejor en medio de esas desgracias has conocido a gente, has hecho una amiga nueva, tu hijo ha sacado buenas notas... La vida es eso: una montaña rusa que sube y baja. Ahora viene la boda de mi hermana y será un alegría.
-¿Es usted fuerte?
-Soy fuerte, sí. Pero yo creo que todo el mundo puede serlo. Hay que buscar esas cosas que te dan fuerza y que te hacen tirar para adelante. Mi hijo, por ejemplo.
-¿Cómo es como madre?
-Lo contrario de lo que dicen las demás madres. Yo soy amiga de mi hijo. Le cuento absolutamente todo lo que pasa por mi cabeza y por mi vida. Y él a mí también. Tenemos una confianza total.
-¿Quiere más hijos?
-¿Yo? No creo. A Christian lo tuve con 25 y ya tengo un hombrecito en casa. Es muy noble y sensato. Con cinco añitos, a veces le tocaba con su padre un fin de semana y él a lo mejor decía: «No, mami, me quedo contigo para que no estés sola». Estoy orgullosísima de él.
-¿Qué le pide al 2008?
-Me apetece que este nuevo año le haga suspirar a la gente por lo que sea; por lo que hayan decidido o deseado. Eso quiero, que 2008 nos haga suspirar de gusto a todos.