Noche de reyes
(Advertencia: mantener este artículo lejos del alcance de los niños)
Actualizado: GuardarComo sucede en muchas ocasiones, mi creencia en los Reyes Magos no desapareció de pronto y por un acto de desvelamiento súbito de la verdad, sino por un proceso gradual de ir atando cabos. Por eso no recuerdo la típica figura del compañero de clase listorro y con pretensiones de hombre que se encargara de fastidiar la creencia de los más inocentes. Ni tampoco me recuerdo inmerso en los típicos debates infantiles acerca de la imposibilidad temporal de satisfacer en una sola noche las pretensiones de tantos niños, porque en aquella época, aunque ya leíamos a Dickens y nuestra lectura colegial en alta voz era bastante buena, amen de poseer un acertado nivel de expresión, nuestra comprensión del espacio-tiempo no era tan completa como supuestamente lo es ahora. Lo que sí es cierto es que, con el paso de los años, aquel fin de parte de la inocencia no lo contemplo como enriquecedor, ni tampoco como maldito, sino simplemente como algo que me hubiera gustado que se prolongara mas. Esta prolongación de la creencia en forma de disimulo mal o nada disimulado alcanza incluso hasta edades avanzadas. Conozco a adultos que siguen escribiendo su carta y que difícilmente pueden conciliar el sueño la noche de Reyes, y puedo asegurar que se encuentran en plena posesión de sus facultades mentales. Ese mantenimiento de la ilusión entre las tempestades de la vida es quizá el rasgo mas sobresaliente que deba tener quien ha sido designado para el alto honor de representar a los Magos de Oriente. Buscamos a veces nombres y famas cuando debiera buscarse y exigirse si cabe un alto grado de identificación con los personajes y sus circunstancias. Ser Rey Mago es ser por una jornada actor de un suceso milenario continuamente recreado a través de los siglos, y eso obliga a una alta capacidad de mimetismo. ¿Cuantos que pudieron representar este papel noble y dignamente se habrán malogrado por los caminos del olvido! Por eso, deseo y exijo a quienes esta noche encarnen a Melchor, Gaspar y Baltasar (¿Llegará Artabán esta vez al Portal?) tan sólo que se lo crean, porque en realidad, ellos, aun sin saberlo, forman parte de la más milenaria delegación de funciones de la historia. ¿Feliz Epifanía!