Nuevos propósitos
Actualizado: GuardarCada vez que cerramos un calendario es común que nos hagamos promesas. Saludamos al nuevo año proponiéndonos ser mejores en todo, en lo personal y en lo profesional. Es como pasar un capítulo en el libro de nuestra vida y empezar uno en blanco, con todas las páginas por escribir. Esa sensación de terminar una etapa e iniciar otra, llena de incertidumbres, de incógnitas, es una sensación que me gusta. Y también me agrada hacer balance de mis experiencias durante el año que acaba. Nunca está de más hacer un autoexamen de conciencia, analizar y valorar los momentos más importantes vividos durante los últimos 12 meses. Esa reflexión me ayuda a encarar el nuevo año con el ánimo de cambiar todo aquello que me disgusta, que me hace infeliz.
Se dice que la felicidad tiene que ver más con un estado de ánimo; que en la vida la felicidad absoluta no es más que una quimera; que sólo podemos aspirar a efímeros momentos felices. Supongo que todos aspiramos a que esa sucesión de instantes felices sea lo más continua posible. Desear vivir en permanente estado de gracia es una ilusión muy humana pero irreal. Los años nos demuestran que la vida está llena de momentos agridulces y la edad nos obliga a asumir esa realidad. Ser conscientes de nuestra fragilidad nos ayuda a vivir con más intensidad.
Cada uno se formula sus nuevos propósitos para el nuevo año y cada uno tendrá su propia escala de valores. Estoy absolutamente convencido de que los objetivos materiales deben ser los menos importantes. Nuestra sociedad está enferma por el virus del consumismo absurdo y en las manos de cada cual está no dejarse contagiar. Como decían los sabios clásicos «no es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita». Esa frase debería iniciar cada nuevo capítulo de nuestro libro vital.