Barack Obama saluda a sus seguidores poco antes de un mitin esta semana en Iowa. / AP
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Iowa abre la lucha por la sucesión de Bush

Los aspirantes intensifican sus mensajes de fin de campaña ante lo ajustado de los sondeos Hillary y Obama, entre los demócratas, y el republicano Huckabbe son los favoritos hoy

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«La carrera hacia la Casa Blanca empieza aquí», presume el estado de Iowa con grandes carteles. Durante los próximos seis meses los 50 estados de la Unión decidirán escalonadamente quién representará a cada partido en las elecciones presidenciales de noviembre, pero el que tiene la primera palabra marcará el paso. Aunque la ristra de candidatos pasa la decena, sólo tres en el Partido Demócrata y dos en el Republicano tienen posibilidades reales de ganar, según las encuestas. Los sondeos, sin embargo, no logran romper el empate técnico en el que se encuentran Hillary Clinton, Barack Obama y John Edwards, por el lado demócrata, y Mike Huckabee con Mitt Romney, por el republicano.

Imposible predecir el ganador. Todos los mencionados tienen diferencias mínimas que entran dentro del margen de error de las encuestas, por eso es posible ver uno arriba u otro abajo, según el sondeo que se elija. Ayer, Reuters/Zogby empataba a Clinton y Obama con un 28% de la intención de voto, seguidos a sólo dos puntos por Edwards, cuya diferencia es menor que el 3,3% de margen de error.

Sólo el diario local, 'Des Moines Register' daba un claro ganador al otorgar siete puntos de ventaja al senador afroamericano de Illinois, gracias a una inusitada participación de independientes. Según esta encuesta el 40% de quienes acudan a votar esta tarde en los 'caucus' demócratas estarán registrados como independientes, el doble que en las elecciones anteriores, lo que refuerza la creencia de que al Partido Republicano se le acabarán con Bush los días en la Casa Blanca. La misma encuesta señala que un 5% de conservadores votará esta vez en las primarias demócratas, ya que el sistema de los 'caucus' permite cambiar la afiliación hasta el día en que se celebran.

No es la única peculiaridad. Los votantes no disponen de toda la jornada sino que tienen que darse cita a las siete en punto de la tarde para votar con sus vecinos a mano alzada. Agrupados en una esquina del colegio o la biblioteca, los grupos que no logren reunir el 15% de los asistentes serán obligados a cambiar su voto por un candidato 'viable'. De ahí que aspirantes como Dennis Kucinich, Christopher Dodd, John Biden o Bill Richardson, que necesitarían un verdadero milagro para ganar, tengan mucho que decir, según la consigna que den a sus representantes en cada votación.

En el caso republicano la votación es directa y secreta. Ahí el predicador baptista de Arkansas se batía ayer en la carretera de pueblo en pueblo mientras que su rival, Romney, el poderoso mormón ex gobernador de Massachusetts, contraatacaba con una demoledora traca de anuncios televisivos, sobrado como está de dinero.

En el campo demócrata la senadora Clinton, que una vez pareció imbatible, hacía lo propio al contraatacar con dos minutos en todos los telediarios de la tarde: «Después de todos las reuniones, los pasteles y los cafés, todo se resume a esto: ¿Quién está preparado para ser presidente y empezar a resolver los grandes retos que enfrentamos desde el primer día?», retaba la ex primera dama. «Yo no me presento para poner tiritas a nuestros problemas, sino para resolverlos». Experiencia contra la capacidad de evocar un sueño. Obama cerraba la campaña con un mítico vídeo de las frases más memorables de sus mítines en el que suena como Martin Luther King con música de Hollywood a lo 'Rocky'.

Maratón de 36 horas

Edwards, que promete romper con las grandes corporaciones para convertirse en adalid de la clase media, optó por un maratón de 36 horas rematado con un concierto de John Mellencamp. Una última sonrisa, un apretón de manos, una palabra acertada podía cambiar la suerte. De hecho, en este estado de la América profunda que tiene la suerte de dar el pistoletazo de salida apenas vota en los 'caucus' el 10% de la población. El desencanto de la era Bush ha motivado una participación que se espera bata récords, pero aun así los más optimistas sólo esperan 130.000 votantes demócratas.

Eso es lo que permite que durante seis meses los candidatos se batan cuerpo a cuerpo y los votantes puedan forjarse una opinión personal. «Le estrechan la mano, le miran a los ojos y le hacen preguntas directas», explica el presidente del Partido Republicano de Iowa, Ray Hoffman. Una oportunidad que, salvo en New Hampshire, no tendrá el resto del país, porque una vez que se pasan la citas de estos dos pequeños estados el campo de batalla es tan vasto que la batalla se dirime en costosos anuncios de televisión. «El resto del país se plantea qué habrán visto los habitantes de Iowa en este candidato y muchos le hacen caso», sostiene Hoffman, que ha peleado para que esta región rural siga siendo la primera en decidir.

Quienes pierdan esta noche todavía pueden soñar con remontar la semana que viene en las primarias de New Hampshire, pero nunca nadie que haya perdido en las dos primeras citas ha ganado la nominación del partido.