SEÑALADA. Jones ha tenido que retirarse por el dopaje. / EFE
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La reina mentirosa que perdió su corona

Después de negar durante meses su dopaje, Marion Jones confesó en 2007 que se había dopado y tuvo que devolver todas sus medallas

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Marion Jones recordará con amargura y dolor 2007. Fue el momento en que su propia mentira le ganó el esprint final y perdió su corona de reina de las pistas, medallas, dinero y prestigio. Luego de largos meses negando toda evidencia en su contra, Jones reconoció por fin, en octubre, haber mentido a los agentes federales que investigaban si había consumido esteroides. «Admití ser culpable de dos declaraciones falsas a agentes federales. Fue una tontería increíble hacer esto. Y soy plenamente responsable de mis acciones. Nadie más que yo tiene que censurar lo que hice», dijo la propia interesada.

Ante una corte en Nueva York, y en medio de las lágrimas, se declaró culpable y confesó haber tomado productos dopantes para conseguir los asombrosos resultados de su carrera y las cinco medallas ganadas en los Juegos Olímpicos de Sidney. La atleta, de 32 años, anunció entonces su retiro de las pistas, y reconoció haber utilizado el esteroide sintético THG, conocido como el limpiador, una droga nueva producida en los laboratorios de la Bay Area Laboratory Cooperative (Balco) de San Francisco.

La sustancia era indetectable en controles rutinarios hasta que en el 2003 el jamaiquino Trevor Graham, entonces entrenador de Jones , le hizo llegar a la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (Usada) una jeringa con la muestra de la nueva droga. «En septiembre de 2000, antes de los Juegos Olímpicos de Sidney, Graham comenzó a abastecerme de una sustancia que me dijo era una semilla de lino. Tomé esta sustancia hasta julio de 2001», explicó Jones al juez durante la audiencia del pasado octubre, cuando se declaró culpable.

Jones también admitió que a partir de noviembre del 2003 se dio cuenta que lo que había estado tomando eran productos dopantes, pero se cayó la boca e incluso defendió a capa y espada su inocencia. Llegó a amenazar con un juicio por difamación a Victor Conte, jefe de Balco, quien en diciembre de 2006 afirmó haber visto personalmente como Jones se inyectaba la droga, y que incluso le había diseñado el programa de dopaje que le ayudó a ganar tres medallas de oro y dos de bronce en Sidney.

Más afectados

Desde entonces la vida comenzó a complicársele a la reina del atletismo estadounidense. Poco después daba falso testimonio ante un gran jurado que investigaba la relación de algunos atletas estadounidenses con Balco, incluyendo a su ex compañero sentimental y padre de su único hijo, Tim Montgomery. El ex velocista fue uno de los primeros atletas en ser descubierto usando la nueva droga, por lo que resultó sancionado y despojado de su récord mundial de los 100 metros. Varios atletas, indignados por su actitud, le acusaron abiertamente de doparse.

«¿Cómo puede ser que Marion Jones dure corriendo treinta y tantas carreras en un sólo año?. ¿Cómo puedes hacerlo?. Pues sólo bajo este tipo de ayudas», se cuestionó la mexicana Ana Guevara. Tras confesar su culpa, Jones enfrenta ahora las consecuencias de sus mentiras. Además de devolver sus medallas olímpicas, la Federación Internacional le privó de todos sus resultados desde septiembre de 2000 y le suspendió por dos años.

También exigió la devolución de todos los premios y medallas conseguidas desde esa fecha, cuyo importe se calcula en un millón de dólares. El caso de Jones puede ser la punta de un iceberg que amenaza con hundir las carreras de otros destacados atletas estadounidenses. Otro que enfrenta acusaciones de perjurio ante un gran jurado investigador del escándalo Balco, es el rey del baseball Barry Bonds. Si Jones acaparó titulares en el 2007 con sus avatares y mentiras, el 2008 podría traer la coronación de otro gran mentiroso.