Se llaman... pero no lo son
Una cosa es decir que se es una cosa, y otra muy distinta es realmente serlo. Esta es una verdad de Perogrullo, pero tan verdad como que - en la sociedad en que vivimos - si se usan con profusión e inteligencia los resortes mediáticos necesarios, es fácil generar la ilusoria creencia en la mayoría de que uno es tal cosa aunque realmente no lo sea.
Actualizado: GuardarPara hacer profilaxis ante estas perversiones propagandísticas, bastaría recurrir y aplicar la bíblica sentencia de «por sus obras los conoceréis», y con el ejercicio de esta máxima, cual espada defensora de las pretensiones de la engañifa propagandística, aquilatar criterios y conocimientos propios y ajustados a la realidad de lo que cada uno es, aunque eso no se corresponda con lo que dice ser.
Y, seguramente, se preguntarán que a qué viene esta disertación. Pues viene al caso de que en esta santa tierra nuestra, nuestra Nación, nuestra Andalucía, llevamos más de un cuarto de siglo mal gobernados por un partido político que se llama socialista, que alardea de esa condición y que a fuerza de tiempo y prestidigitadora propaganda han trasladado al conjunto de la sociedad andaluza la ilusa creencia de que son lo que no son, es decir, socialistas, gente de izquierda, gente que empeñan sus esfuerzos en favorecer la justa redistribución de la riqueza, la lucha por la igualdad, la solidaridad con los que más la necesitan,
Y no lo son, se llaman socialistas pero no lo son; miren sino lo que les digo.
El Sr. Chaves, presidente del PSOE a nivel estatal, y Presidente - por no llamarle virrey - de los andaluces, junto con todos los diputados estatales andaluces del PSOE - esos que lo son gracias a los votos de los andaluces para que defiendan los intereses de nuestro pueblo en Madrid - han apoyado que a Cataluña se les de del dinero de todos el 19% anual del conjunto de las inversiones del Estado, mientras que a Andalucía sólo algo más del 16% anual del conjunto de la cuantía.
¿Cómo es posible entender desde los postulados socialistas, desde la trinchera ideológica de la izquierda, que siendo Andalucía casi el doble de territorio que Cataluña, teniendo un millón de habitantes más, estando los andaluces en cualquier parámetro que queramos mirar para valuar la calidad de vida (paro, renta per cápita, niveles de pobreza, prestaciones sanitarias, etc.) , mucho peor posicionados que los catalanes, se pueda impulsar, aplaudir, apoyar y defender como bueno, progresista, de izquierda, ese sistema de reparto de las inversiones del Estado tan perjudicial para Andalucía y tan reaccionario?.
Y ¿cómo es posible que eso lo bendigan y acepten gente que se llama de izquierda; que se dicen socialistas?... Abundando, ¿cómo es posible incluso, que esto lo apoye gente que están ahí, en posición de decidir, gracias a la confianza que le han depositado mayoritariamente los andaluces para que nos representen, para que defiendan nuestros intereses como pueblo?. Si es que aunque no fueran socialistas deberían - basándose únicamente en parámetros de justicia - haberse opuesto con todas sus fuerzas a esta sinrazón. Si es que este disparate no puede concebirse ni desde postulados ideológicos de la derecha más rancia, a menos, claro está, que nos traslademos en la máquina del tiempo al periodo de la dictadura franquista, donde curiosamente los del régimen antiguo hicieron lo mismo que contemporáneamente hacen ellos, los del régimen nuevo.
Ya lo dijo uno que también se llama socialista, aunque no conozco sus obras hasta el punto de poder pronunciarme sobre si realmente lo es, el Sr. Ibarra - expresidente de los extremeños -: «extraña solidaridad esta que consiste en que los pobres tengan que darle dinero a los ricos, para que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres». Curiosamente pocas fechas después de manifestarse en ese sentido anunció su retirada de la política activa.
Podríamos poner ejemplos hasta para llenar un libro, pero a estas alturas con un botón de muestra basta.
Por sus obras los conocemos. No son de izquierda, no son socialistas, se llaman pero no lo son. Y hasta cabría preguntarnos ¿son andaluces de conciencia, andaluces comprometidos con su tierra, o sólo nacidos en Andalucía?, los que hayan tenido esa suerte, claro.
Y también cabría preguntarse ¿por qué hacen esto, por qué no cumplen con lo que se desprende de la ideología que dicen que tiene y de su condición de representantes del pueblo andaluz?. La respuesta a estos interrogantes es fácil. Está al alcance de cualquiera que dedique unos instantes en pensar sobre ello.
Seguro que si se han parado a pensarlo han llegado a la misma conclusión que yo. Actúan así, porque no tienen más ideología que el mantenerse en «el machito», ser obedientes servidores de la voluntad de su zapaterito de Madrid - otro que basa su ideología en hacer lo que sea con tal de mantenerse en «el machito», aunque también se llame socialista- para seguir saliendo en la foto de los privilegiados que están en «el machito», no sea que hablar de socialismo y de las necesidades de los andaluces suponga que los descuelguen del pelotón de las prebendas.
Y como para seguir manteniéndose en «el machito» tienen que hacer lo que a «zapa» le venga bien para que también él se mantenga en «el machito», y para eso hay que contentar a los insolidarios poderes de territorios - curiosamente ricos - que quieren para ellos lo suyo y lo de los demás, pues dejan la ideología, los principios y la condición de representantes del pueblo andaluz en el trastero, y ¿a sus órdenes, mi «zapa»!, que lo primero es lo primero y que a los andaluces con la prestidigitadora propaganda nos los llevamos al huerto.