Descubrimiento
La comparecencia pública protagonizada ayer por Pernando Barrena y algunos líderes históricos de la izquierda abertzale, llamando a responder a la «guerra declarada» por el Gobierno contra la misma, hubiese quedado en una mera expresión de patetismo si los términos empleados no se asemejaran tanto al contenido amenazador del último comunicado de ETA. Tal coincidencia no es casual, sino el resultado de una relación orgánica largamente trabada que preserva el dictado absoluto de la banda terrorista sobre todo cuanto se mueve a su alrededor. Al Estado de Derecho corresponde identificar y tipificar los ilícitos que pudieran darse en la actuación de tan compleja e impenetrable trama. Pero a estas alturas resulta cínico o demagógico considerar, por ejemplo, que los indicios que han llevado al juez Garzón a dictar auto de prisión contra la dirigente de Batasuna Marije Fullaondo resultan circunstanciales. La acendrada convicción de que ETA es el núcleo fundacional y dirigente de una vasta red de organizaciones que se han ido sucediendo y solapándose a lo largo de los treinta últimos años se basa precisamente en la acumulación de indicios análogos en la percepción colectiva de dicha amenaza.
Actualizado: GuardarDesde que ETA anunciara públicamente la ruptura del alto el fuego declarado en marzo de 2006, tanto en sus escritos como a través de sus portavoces intermediarios ha tratado de justificar su postura habida cuenta del demostrado propósito de los «estados español y francés» de acabar con el independentismo. De nuevo un argumento falaz y dispuesto para incautos seguidores del fundamentalismo etarra trata de eludir la intransferible culpabilidad de quienes pretenden quebrar la naturaleza democrática de nuestro sistema de convivencia mediante la imposición de postulados minoritarios a través del asesinato. Por eso mismo, resulta deplorable que cuando desde el Estado de Derecho se intenta desbaratar las redes que dan cobertura a la perpetuación de la amenaza terrorista surjan, desde las filas democráticas del nacionalismo o desde Izquierda Unida, posiciones que a su vez brindan cobertura a los encubridores de la dictadura etarra.