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Israel desplegará su mayor operativo para proteger a EE UU

Cuando el 9 de enero, George W. Bush aterrice a bordo del Air Force One en el aeropuerto de Ben Gurion, los 45 kilómetros de carretera que unen el aeródromo con Jerusalén llevarán horas cortados para permitir al séquito del presidente norteamericano trasladarse sin sobresaltos hasta el céntrico y lujoso hotel King David de la Ciudad Santa.

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Cerrado al público para la ocasión, a cien metros del Consulado de EE UU, sus 237 habitaciones ya han sido reservadas, amén de otras 550 por toda la ciudad, a la espera de tan ilustre delegación. Entre ellas la exclusiva Suite Royal tapizada en terciopelo, con jacuzzi y comedor para doce invitados, donde el matrimonio Bush podrá disfrutar de una infartante panorámica de la Ciudad Vieja y la muralla de Jerusalén, que será iluminada en verde especialmente para los ojos de la pareja.

Habrá llegado el momento de poner a funcionar a toda máquina el imponente dispositivo de seguridad y de bienvenida que la Ciudad Santa prepara con frenesí estos días para recibir al líder de EE UU. Un huésped complicado, cuya visita ha desatado ya una frenética cadena de reuniones entre las autoridades norteamericanas, altos cargos de la oficina del primer ministro israelí, el Ejército, la Policía y el Ayuntamiento de Jerusalén, llamadas a coordinar a los más de 8.000 agentes que estarán permanentemente en alerta. Estas fuerzas locales sólo apoyarán en segundo círculo al dispositivo de los servicios secretos estadounidenses, que trasladarán a Israel en tres colosales aviones Galaxy sus propios equipos, incluidos vehículos blindados, limusinas y helicópteros, para preservar a conciencia todos los movimientos del jefe.

Operación arriesgada

El Servicio de Seguridad General de Israel (GSS) no oculta que se halla ante una de las operaciones «más difíciles de la última década», más arriesgada incluso que la desplegada en 1998 para recibir a Bill Clinton, y ante un «evento de enorme dimensión». Tanto, que hoy por hoy, se trabaja para blindar los recorridos y los encuentros del presidente de EE UU con su homólogo, Simon Peres, y con Olmert, en sus respectivas residencias oficiales y se diseña con particular inquietud su viaje a Jericó, donde previsiblemente viajará para mantener sus anunciadas reuniones con los jefes de la ANP, Mahmud Abbas y del Gobierno palestino, Salam Fayad. Pero mientras llega Bush, el Ejército israelí no descansa en su ofensiva contra las milicias palestinas y ha abatido a veinte integrante de Yihad y Hamás en las últimas 48 horas.