Investigadores hacen pruebas en el campo de las células madre. / EFE
Sociedad

Prueban con células reprogramadas para tratar una enfermedad hereditaria

La combinación de terapia genética y celular ha conseguido eliminar los síntomas de una grave forma de anemia que sufrían los ratones

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La reprogramación celular, la técnica que sortea la utilización de embriones en medicina regenerativa, empieza a dar sus frutos. Transformar una muestra de piel en una valiosa célula que puede convertirse en casi cualquier tejido, como si fuera embrionaria, ya no es sólo una promesa. Científicos del Instituto de Investigación Biomédica Whitehead de Cambridge (Estados Unidos) han conseguido la prueba de concepto que se necesitaba para ver su eficacia en el tratamiento de enfermedades humanas incurables.

Combinando la técnica de reprogramación celular con terapia génica obtuvieron células madre diseñadas para corregir una grave enfermedad hereditaria de la sangre, una anemia drepanocítica también llamada de células falciformes. Las personas que padecen este trastorno soportan una anomalía en la hemoglobina, la proteína de los glóbulos rojos que tiene como misión transportar oxígeno a los tejidos del cuerpo. El origen de este problema está en la mutación del gen encargado de la producción de hemoglobina. Las personas que lo padecen son anémicos crónicos y sufren numerosas complicaciones. Su sistema inmune es más vulnerable a las infecciones, padecen crisis de dolor y problemas respiratorios, entre otros trastornos.

Terapia génica y celular

Los investigadores de Cambridge reprogramaron y manipularon genéticamente células de la piel de un ratón con esta forma rara de anemia. El trasplante celular logró generar células sanguíneas sanas que eliminaron cualquier rastro de la enfermedad. El logro, que se detalla en la revista Science, se ha conseguido de momento en un animal de laboratorio, pero modificado para ser un modelo fiel de esta patología humana.

La reprogramación celular ha pisado el acelerador. Este nuevo avance se produce apenas quince días después de que dos grupos científicos mostraran al mundo que una sencilla célula adulta podía dar la vuelta a su desarrollo biológico para transformarse en una célula pluripotencial (iPS) y convertirse en casi cualquier tejido. Un hito científico que permite disponer de una fuente inagotable de neuronas, células musculares, cardiacas... para crear tejidos y órganos de recambio, listos para trasplante. Sin rechazo inmunológico ni recelos éticos.

Un hito científico

El trabajo de los científicos de Cambridge soluciona alguna de las pegas de esta técnica. Como es, por ejemplo, la utilización de un oncogén -un gen que puede promover el crecimiento descontrolado del cáncer- para devolver la célula adulta a su estado primitivo.

Las dudas sobre la seguridad de la reprogramación celular se basan en la utilización de virus para transportar los genes que obran la reprogramación. El grupo de Cambridge ha eliminado uno de los riesgos: el oncogén. aunque no lo desprecia del todo.

En la reprogramación emplearon un virus como taxi biológico para introducir en la célula los cuatro genes -incluido el oncogén- que consiguen desprogramar las células adultas hasta su estado embrionario. Una vez obtenidas las iPS, se eliminó el oncogén para evitar el riesgo del cáncer.

Después, las nuevas iPS del ratón enfermo se manipularon genéticamente para sustituir el gen mutado de la hemoglobina que causa la anemia, por una versión sana. Las células con la copia buena del gen se transformaron en el laboratorio en células sanguíneas sanas, aptas para el trasplante.

Enfermedad sin síntomas

Una vez introducidas en la médula, las nuevas células se implantaron en los ratones enfermos y empezaron a generar células sanguíneas sanas sin el defecto en la hemoglobina que causa la enfermedad.

La terapia celular corrigió la enfermedad y desaparecieron los síntomas. Los ratones tratados recuperaron peso, su capacidad respiratoria y su estado físico general. Uno de los indicadores del avance de esta anemia es el recuento de reticulocitos. Este indicador se redujo «dramáticamente» en los ratones que fueron trasplantados, indican los autores.