Inflación y reajuste
El dato adelantado de la inflación, medido por el IPC, ha resultado el peor de los posibles cuando el Gobierno se prepara a afrontar el debate definitivo de los Presupuestos Generales para 2008. Hacienda deberá modificar sus previsiones, dado que la diferencia entre la inflación prevista y la real alcanza un 2,1%. Diferencia que, además de ser desembolsada a los pensionistas, suscitará tensiones en la negociación colectiva y activará los mecanismos de la revisión automática de los salarios.
Actualizado: GuardarLa última Encuesta de Salarios publicada por el INE permitía observar cómo los sueldos medios crecían por debajo de la inflación, con excepción de los sectores con exceso de demanda, como la construcción. De manera que si bien los sindicatos han podido venir admitiendo la inflación prevista como referencia para la subida salarial, el recurso a las cláusulas automáticas de revisión podría acabar trasladándose al Índice de Precios Industriales, lo que a su vez repercutiría en un nuevo aumento del IPC y en la consiguiente alza de los salarios. Una eventual espiral que, muy probablemente, se verá frenada por la propia desaceleración económica, la incorporación de inmigrantes y de empleos sumergidos al mercado de trabajo con sueldos inferiores a la media, y la persistencia de elevadas tasas de temporalidad.
El dato del IPC se ha convertido en un factor de incertidumbre que, más allá de sus efectos reales sobre el poder adquisitivo de los ciudadanos y sobre la marcha de la economía, afecta a la credibilidad del Gobierno. Independientemente de que el debate sobre el horizonte económico coincida en el tiempo con una precampaña electoral, forma parte del interés común que el Ejecutivo muestre su disposición a hacer frente a puntos negros como el de la inflación, incluso ajustando en lo que sea preciso las cuentas públicas.