Encarnita Anillo y la cruda realidad del Cádiz flamenco
Desde la pasada primavera, Encarna Anillo viene presentando a cuenta gotas el contenido de su primer disco en solitario Barcas de plata, que verá la luz el próximo febrero y que será presentado el día 26 de ese mes en el Festival de Jerez, junto con los de Jesús Torres y David Lagos, todos ellos editados por Armonía Mundi. Algo de dicha obra, que produce Miguel Poveda, dejó oír en la Central Lechera en abril y a finales de agosto en el Castillo de Gibralfaro, durante la bienal de Málaga en Flamenco.
Actualizado: GuardarNo es la primera vez que esta jovencísima hija -23 años-, nieta de dos cantaores capaces de imitar al mismísimo Caracol e hija de un competente listero aficionado al jondo, pisa un estudio de grabación: ya lo hizo a la hora de acompañar a artistas como El Barrio o Niña Pastori. Pero, ahora, se trata de un hijo propio, cuyo padre -reciente Premio Nacional de la Música- ha puesto también especial mimo en la criatura: «Lo estamos haciendo despacito, como le gusta a Miguel y como me gusta a mí. Sin prisa, pero sin pausa».
Flamenco pero fresco, eso se anuncia, en un viaje discográfico que lleva desde las alegrías a las malagueñas, desde la soleá a la milonga, la zambra y los tangos, con guiños a La Perla y a don Antonio Chacón. Chicuelo, Juan Requena, Rafael Rodríguez, Alfredo Lagos, Juan Ramón Caro, Diego del Morao, Luis cantarote, Carlos Grilo, Carmelilla Montoya, Farruquito, Farru, Diego Amador y su propio hermano, entre otros, le escoltan en una obra donde también se deja oír la voz del propio Poveda.
2007 ha sido un buen año para esta cantaora -y bailaora- de Cádiz. Sobre todo, si se tiene en cuenta que ha alternado con su adorada Carmen Linares en el espectáculo Poeta en Nueva York de Blanca Li. O su participación en el disco que prepara Sony BNG sobre composiciones de Farruquito interpretadas por varios artistas. A lo largo de su vida, ha practicado el raro arte de la humildad, aprendiendo como su hermano José de lo que su propia peripecia vital le iba poniendo por delante: así, no le importó acompañar de atrás a creadores de la talla de Farruco, Farruquito, Belén Maya, Israel Galván, Alejandro Granados, Andrés Marín o Antonio Canales.
Carlos Sánchez, en una espléndida entrevista para Flamenco-world, le preguntó lógicamente si para desarrollar su arte tuvo que distanciarse de Cádiz. Su respuesta fue amable pero clara: «Ya llevo cinco años viviendo en Sevilla. Pero yendo y viniendo llevo desde los once años. Sabía que me tenía que ir de aquí para abrirme camino en esto. Ya había hecho todas las peñas de Cádiz y los cuatro festivales de la provincia. No me quería quedar aquí porque siempre he aspirado a más. A mí me gusta ir a otros sitios, conocer gente nueva y ver lo que hay fuera para valorar lo que tenemos aquí. Es una lástima porque Cádiz ha dado muy buenos artistas y, en la actualidad, está la cosa bastante cruda».
Más temprano que tarde, los andaluces volveremos a ser lo que fuimos. Y el flamenco de Cádiz, con Encarnita Anillo y muchos otros nombres jóvenes, también volverá a ser lo que fue. Al menos, eso esperamos.