CRÍTICA DE TV

Línea 900

TVE 1 ha decidido suprimir Línea 900, el programa de reportajes de contenido social que durante 16 años ha venido emitiendo La 2. ¿Por qué? No nos lo han dicho. Con gobiernos del PSOE o del PP indistintamente, con equipos directivos más orientados hacia el espectáculo o más atraídos por la información, siempre había sobrevivido. Ha tenido grandes aciertos y enormes errores, pero el balance, en general, es notable. Ahora se nos anuncia todos los días que TVE se orienta inequívocamente hacia el servicio público, pero lo que vemos es que desaparecen programas como éste -la lista ya va siendo larga- y, por el contrario, nos ofrecen El rey de la comedia y Muchachada nui.

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Sería bueno que hubiera más programas de reportajes de investigación sobre temática social, capaces de plantear asuntos importantes que no siempre merecen la atención ordinaria de la tele, tratándolos de una manera profesionalmente seria, sin alardes de cámara oculta para cualquier cosa y sin ceder a la tentación permanente del chafardeo, el famoseo y el canalleo. Digo que sería bueno y añado que, además, o lo hace la televisión pública o no lo va a hacer nadie. Cuando las cadenas privadas han explorado ese género, han caído en vicios profesionales realmente desoladores. A los que van por la vida con una cámara oculta prendida en el escote termina interesándoles más la cámara en sí y lo escandaloso de la filmación que la importancia objetiva del argumento. Otros clavan el hocico en la porquería que los famosos dejan tras de sí y despliegan grandes esfuerzos que son tan comentados por el público como irrelevantes para la opinión.

Hay quien ha cultivado subgéneros muy concretos, normalmente estimable, pero de alcance muy limitado. Y luego están los que se acercan a la realidad social con aire de turista, como quien escribe una postal apresurada, según hace España directo; son trabajos también respetables, pero no permiten profundizar. Es verdad que a Línea 900' le ha faltado pluralidad de enfoques, pero eso se arregla mejorando el espacio, no suprimiéndolo. Al final, el resultado es otra batalla perdida por el periodismo.