TELEVISIÓN Y RADIO

Estados Unidos califica a 'Barrio Sésamo' como serie para adultos

Las dos primeras temporadas del programa en DVD llevan advertencias sobre sus contenidos

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Las bicicletas son para el verano, la bagatela era para Elisa y Barrio Sésamo un programa para niños. Eso se ha pensado toda la vida, pero no. La edición en DVD de las dos primeras temporadas de Sesame Street, en Estados Unidos, tiene dos rombos. Los mismos que cuando salían en las pantallas de TVE durante los años setenta y ochenta provocaban en las madres el reflejo de mandar a sus hijos a la cama. Precisamente los mismos chavales que por las tardes veían a la gallina Caponata, a Epi, a Blas y a Triki y aprendían a contar con el conde Drácula «uno; ja,ja,ja; dos; ja, ja, ja...». Ahora resulta, según reza la advertencia en la cubierta de los DVD americanos, que «el contenido es para mayores y podría no ser apto para los niños de Preescolar de hoy». Los censores así lo han entendido.

Y es que en el primer episodio de la serie -emitido hace ahora 38 años- una niña se hacía amiga de un desconocido. Un gran peligro. Y encima éste va y la invita a su casa; y le ofrece un vaso de leche con galletas; y quiere que conozca también a su mujer. Un comportamiento a ojos de los garantes de lo políticamente correcto absolutamente inaceptable por los continuos casos de pederastia que se dan en el país norteamericano. La propia productora ejecutiva del programa, Carol-Lynn Parente, aceptaba hace días en una entrevista en The New York Times que «hay modelos de comportamiento de entonces que hoy no son aceptables». De hecho, ya en 2005, se obligó a Triki, el monstruo de las galletas, a variar su dieta y alimentarse de zanahorias, como punto de partida para combatir la obesidad infantil.

Epi y Blas, en el armario

Entre las actitudes que más polémica han levantado a lo largo de los años se encuentra la relación de Epi y Blas. Dos hombres que comparten dormitorio y sólo se cambian de ropa para ir a la cama. ¿Sería que necesitaban el armario para esconderse? Los guionistas siempre aseguraron no tener segundas intenciones, pero hay una escena en la que Epi le pide a Blas que le pase el jabón mientras está en la ducha y eso para algunos fue demasiado.

La versión española todavía no se ha visto afectada por las medidas que pretenden proteger a los hipersensibles telespectadores. Pero los chistes sobre supuestos mensajes ocultos son un clásico: Espinete se paseaba desnudo por el barrio y a nadie parecía importarle, por ejemplo. Más enrevesados son los que se preguntan a qué se debía la alegría del risueño Chema que aparecía impregnado de un polvo blanco a pesar de que en su panadería nunca había una sola barra de pan, y menos aún enharinada.

La última en el punto de mira de los implacables censores estadounidenses parece ser la gallina Caponata. Ven algo raro en su mirada perdida, quizá el consumo continuado de alguna sustancia ilícita. No se sabe qué les contestaría la actriz Emma Cohen (ella era la que estaba dentro de Caponata) a tan audaces vigilantes de la corrección y la moral, pero en unos días tan emotivos para ella lo mejor sería que utilizara la concisa fórmula popularizada por su marido, el genial Fernando Fernán-Gómez.