En Asia, se vaticina un aumento de las afecciones diarreicas por efecto de las inundaciones y sequías.
Sociedad

Enfermedades del cambio

Según advierte el IPCC, la variación de las condiciones climáticas tendrá consecuencias para la salud y los países desfavorecidos serán los que más lo acusen

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Cambio climático. Dos palabras que preocupan mucho y que han merecido este año el Premio Nobel de la Paz. El calentamiento del planeta se traducirá en un incremento de las temperaturas, aumento del nivel del mar -que inundará zonas hoy habitadas- y redistribución de las precipitaciones -más escasas en algunos lugares y torrenciales en otros-. Y, según los expertos del Panel Intergubernamental Para el Cambio Climático (IPCC) reunidos la semana pasada en Valencia, es probable que estas alteraciones tengan consecuencias sobre la salud de millones de personas, especialmente las que viven en zonas desfavorecidas del planeta, donde se prevé un aumento de la malnutrición y las enfermedades diarreicas.

Además auguran un incremento de las enfermedades cardiorrespiratorias -por las altas concentración de ozono a nivel del suelo-, así como la modificación de la distribución de las enfermedades infecciosas. El IPCC reconoce también que «el cambio climático puede ocasionar efectos mezclados, tales como la disminución o aumento de la tasa y del potencial de trasmisión del paludismo en África». Y hace hincapié en la «importancia crítica», de mejorar los factores que inciden directamente sobre la salud, como la educación, la asistencia sanitaria, el acceso a agua potable y a una red de saneamiento adecuado.

En África se prevé que para 2020 entre 75 y 250 millones de personas sufran las consecuencias de la falta de agua. En Asia, se vaticina un aumento de las enfermedades diarreicas por efecto de inundaciones y sequías. Mientras que el aumento de la temperatura del mar podría propiciar un repunte del cólera en el sur de este continente. En Latinoamérica, el retroceso de los glaciares agravará aún más la disponibilidad hídrica. Sin embargo, Australia y Nueva Zelanda, aunque están situadas en el hemisferio sur, las consecuencias se notarán menos porque cuentan con una gracias a una economía y una capacidad científica y técnica bien desarrolladas, según el informe del IPCC.

En Europa y Norteamérica el mayor riesgo provendría de las olas de calor y la posibilidad de que algunos insectos transmisores de enfermedades como la malaria puedan prosperar. La aparición en Europa del mosquito tigre (Aedes albopictus) contribuye a alimentar este temor. En teoría este insecto podría transmitir el dengue, el chikungunya o el virus del Nilo. Este último, por cierto, puede transmitirse a través del mosquito común (Culex sp.), que aunque despierta menos alarma hace unos años provocó la epidemia de Vistus del Nilo en Nueva York en la que además tuvieron mucho que ver las aves migratorias, que trasportaban el patógeno.

El factor higiene

Sin embargo, los expertos señalan que junto a unas condiciones climáticas favorables se requieren también unas condiciones higiénicosaniarias desfavorables para la propagación.

Respecto a la posibilidad del resurgimiento de la malaria o paludismo, Rogelio López Vélez, jefe de la Unidad de Medicina Tropical y Parasitología Clínica del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, recuerda que no hace medio siglo la malaria hacía mella en comarcas como Las Hurdes, y no fue hasta 1964 que la Organización Mundial de la Salud extendió el certificado de erradicación de esta enfermedad parasitaria en nuestro país, tres años después de que se registrara el último caso en Navalmoral de la Mata.

Aun así, la forma que proliferó en España fue la conocida como malaria benigna, causada por Plasmodium vivax, mucho menos peligroso que P. falciparum, responsable de la mitad de los casos mundiales de malaria y del 95 por ciento de las muertes. Los mosquitos Anopheles españoles, asegura López Velez, sólo podrían transmitir este tipo de malaria, por su especifidad: «Una especie de mosquito sólo es capaz de transmitir un parásito concreto».