EL RAYO VERDE

Las edades de Santa Cruz

Hace años -me contaron-, un directivo de la Unicaja casi recién fu-sionada, propuso crear una serie de exposiciones en Andalucía que reunieran el patrimonio religioso disperso en iglesias de pueblo, conventos de clausura o parroquias diversas, lo restauraran, lo inventariaran, lo pusieran en valor y lograran no sólo darlo a conocer, sino crear un movimiento turístico y cultural que revitalizara las ciudades que contuvieran la exposición. La idea cayó en saco roto. El directivo fue a trabajar a Castilla-León, a Caja Duero, y allí su idea tuvo más chance y fue admitida por los rectores de la entidad financiera. Nació así Las edades del hombre. No hay más que contar acerca de cuánto han supuesto las sucesivas ediciones para las viejas ciudades castellanas, para su patrimonio artístico, para su industria turística, para su imagen en el resto del país. Su importancia fue reconocida por una de las Medallas de Oro de las Bellas Artes que el Rey entregó en Cádiz en 2002 al presidente de Caja Duero, Sebastián Battaner.

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Ahora, con unos cuantos años de retraso, la Junta intenta hacer algo similar con la serie de exposiciones Andalucía Barroca, siete muestras repartidas por toda la región, de las cuales dos corresponden a la provincia de Cádiz, una en la capital, abierta el pasado lunes, y otra en Jerez, el viernes.

La imagen reflejada, que es el título de la muestra abierta en la iglesia de Santa Cruz, está recibiendo un gran número de visitas en estos primeros días, y creo que en parte porque añade a su indudable interés como ex-posición temporal, otro mu-cho más permanente, y es la rehabilitación de la Catedral Vieja gaditana que tiene, de nuevo, abiertos al público espacios que la ma-yoría de los gaditanos no conocían, como la Capilla y la Torre del Sagrario, además de la cripta, aquella en la que se guardaba el hueco para la tumba de Alfonso X el Sabio, que quería ser enterrado allí. Es una manera de reparar, aunque sea tarde, la mala suerte de este templo, uno de los más antiguos y de mayor valor artístico de la ciudad, que ha sido tradicionalmente maltratado por los sucesivos responsables del patrimonio de la diócesis y de las instituciones, quienes no vacilaron en despedazar retablos o alterar, víctimas de la moda del momento, el aspecto interior de la iglesia, que nunca tuvo la piedra ostionera a la vista.

Despojada, además, de su ajuar en favor de la Catedral Nueva, a Santa Cruz le tocó morder el polvo durante años. Es un placer escuchar a los hermanos Alonso de la Sierra la historia de venturas y desventuras de la iglesia. De modo que si Andalucía Barroca ha servido para devolverle en algo lo que se le debía, ya es un éxito. De paso, podría ejemplarizar una cierta 'Guía de malas prácticas' y trazar raya para un 'Nunca más' en los atentados contra el patrimonio artístico gaditano.

Por lo demás, para mí que en este repaso al barroco dentro de la Catedral Vieja hay una lectura muy singular. Y es que a pesar del origen contrarreformista del movimiento, de su objetivo de advertir contra los pecados de la carne, del mundo, del demonio, encierra en sí mismo una enorme carnalidad, vitalidad, gusto por el lujo y por el arte, junto con el mayor y más contradictorio, también, desprecio por la sobriedad, la contención, el conservadurismo de las formas anteriores.

El barroco avisa contra la vanidad aunque se contempla a sí mismo más que ningún arte lo hizo antes; quiere advertir de la brevedad de la vida para prepararse para la otra pero lo-gra convencer al personal del clásico Carpe diem, hoy tan moderno...

Así que es una exposición muy sustanciosa y di-vertida. Conviene no perdérsela. Estará hasta enero

lgonzalez@lavozdigital.es