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El Gobierno escocés retrasa la independencia hasta 2017

Probablemente ni él mismo se creía que Escocia podría celebrar un referéndum sobre la independencia antes de 2011. El jefe del Gobierno autónomo y líder del Partido Nacional Escocés (SNP), Alex Salmond, ahora pone la zanahoria en 2017. Se trata de un plazo de diez años que, aunque finalmente transcurra sin consulta, al menos aportará al SNP un argumento para intentar seguir al frente del Ejecutivo.

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Más que un desafío a Londres, la meta de la independencia en 2017 supone en realidad el reconocimiento de un fracaso por parte de Salmond. Su gran promesa electoral en la campaña del pasado mayo fue la celebración de un referéndum antes de que acabara la legislatura. Con ese lema, el SNP ganó en las urnas -aunque el deseo de independencia no es mayoritario, muchos escoceses creen que debe dejarse a la población decidir sobre su futuro-, pero se quedó sin socio para gobernar.

Los tres partidos de la oposición -laboristas, liberaldemócratas y conservadores- están en contra de la independencia y sin el concurso de alguno de ellos es imposible la convocatoria de una consulta popular. La última encuesta, realizada ya con el SNP en el poder, muestra que sólo el 23% de la población desea separarse de Inglaterra, lo que supone una cifra inferior a la que existía hace un decenio.

Incumplimientos

En su historia de 73 años, el SNP ha venido prediciendo fechas de independencia que luego han quedado incumplidas. Así, en las últimas décadas utilizó el lema 'Libres para el 93', sustituido luego por el de 'Paraíso de la independencia para 2007'.

Parte de las aspiraciones separatistas se basan en la creencia de que una Escocia independiente sería sin lugar a dudas viable económicamente si dispusiera de las reservas de petróleo que se explotan frente a sus costas. A ellas volvió a hacer referencia Salmond esta semana a la hora de dar por hecha la independencia en 2017.