Terror afgano

incuenta y nueve niños muertos y noventa y seis heridos es el estremecedor balance del peor atentado suicida registrado en Afganistán desde el derrocamiento de los talibanes. La revelación ayer de que la gran mayoría de las víctimas eran menores agrava al límite las consecuencias del ataque, encaminado a dinamitar la labor sobre el terreno de la OTAN para tratar de avanzar en la reconstrucción de un país clave para contener el radicalismo islamista. Así lo evidencia el hecho de que la masacre se produjera durante la visita de un grupo de parlamentarios a la inauguración de una fábrica en la zona norte, hasta ahora a salvo de los embates de la guerra. El bárbaro mensaje de desestabilización con el que los talibanes y los terroristas de Al-Qaida intentan hacerse fuertes en suelo afgano obliga a la comunidad internacional a multiplicar sus esfuerzos para asegurar la paz y la democracia.