CHARLETAS GADITANAS

Los talleres de Cádiz

Recordamos hoy la cantidad de talleres que existieron en Cádiz. Todos ellos, sin duda, alcanzaron una extraordinaria categoría profesional, tanto por sus instalaciones como por la profesionalidad de sus operarios y maestros, muchos de los cuales procedían de las escuelas de aprendices y de maestría de la Bahía. Durante un tiempo y debido al auge que alcanzó la flota pesquera en nuestra ciudad, muchos se especializaron en reparaciones de barcos. Quizás de los primeros que empezaron a efectuar estos trabajos fueron los de Pedro Carpio, entonces establecidos en la calle Plocia. Más tarde se trasladaron a la avenida de San Severiano y posteriormente a la Zona Franca, entonces ya en trabajos de mayor envergadura.

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Existieron también unos muy importantes en la calle de San Juan de Dios llamados Manzano. Tenían fundición, especialidad que también tenían en Cádiz los de Luis García de la Herrans, en la Segunda Aguada. Estos talleres de los Hermanos Manzano fueron adquiridos por la familia Vigorito, que empezó haciendo farolerías y perolas. Siendo todavía propietarios, los Hermanos Manzano construyeron un remolcador llamado Covadonga, que, una vez terminado el casco y sobre un juego de ruedas, fue trasladado por la calle de San Juan de Dios y la plaza homónima hasta el muelle, donde se procedió a su botadura con la correspondiente curiosidad de los vecinos.

Más tarde fueron apareciendo nuevos talleres y otros se ampliaron, como Pastoriza, La Marina o Ricardo Lainez, que pasaron de la Cuesta de las Calesas hasta la Zona Franca. O los de Luis Bueno, que cambiaron su nombre por el de Talleres del Atlántico, en el muelle pesquero. No olvidemos tampoco a los Talleres Faro, Martín Vila y el Varadero de Vilela en Puntales. Casi todos ellos formaron parte más tarde de la industria auxiliar de las grandes factorías de la Bahía hasta la llegada de las crisis industriales.