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'Página 2'

Usted no habrá visto Página 2. No se extrañe: nadie lo ha visto. Incluso dudo que esos 249.000 espectadores que le otorgan los índices de audiencia (1,7% de share) correspondan a personas reales, de carne y hueso; es más probable que se trate de un capricho estadístico. ¿Y qué tiene Página 2 para merecer tan multitudinario desprecio? ¿Es acaso un programa abominable, o un tostón? No: ni lo uno ni lo otro. Página 2 es el nuevo programa de libros de La 2. Lo presenta Óscar López, periodista y crítico (literario), dura muy poco y se ha fabricado pensando en el público televidente, es decir, con contenidos cortitos, muy sencillos y servidos a la mayor velocidad posible. Se supone que esa es la mejor manera de persuadir al telespectador para que coja un libro. La suposición, empero, olvida algo importante, y es que al espectador le puede importar un comino la letra impresa. Tal es el caso, según parece, con este Página 2. TVE ha tenido la singular idea de colocarlo en la tarde dominical, envuelto en la catarata deportiva.

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Página 2 trata de superar ese handicap echando mano de la fauna televisiva, pero ¿de verdad alguien que no lee se acercará a un libro porque Buenafuente diga qué lee? Hay un asunto importante que las sucesivas campañas televisivas de fomento de la lectura tienden a olvidar, y es que el ciudadano lector y el ciudadano telespectador, aunque sean el mismo ciudadano, tienen muy poquito que ver: usted y yo, cuando vemos la tele, nos comportamos de una manera y tenemos unos gustos determinados, pero usted y yo, cuando leemos un libro, tenemos un comportamiento y unos gustos distintos a los anteriores. Este tipo de programas, como Página 2, trata de reconducir el mundo de la lectura hacia la atmósfera de la tele. Creo que es un error, como lo han sido programas anteriores que partían del planteamiento opuesto, a saber, dirigirse exclusivamente al profesional del libro. Pero de esto, evidentemente, no tiene la culpa Óscar López, que bastante hace con poner el rostro al enésimo naufragio de la televisión en materia literaria. Mientras no le quite tiempo para leer.