Opinion

Un padrino menos

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l éxito logrado por las fuerzas de seguridad italianas con la detención de Salvatore Lo Piccolo, el jefe de la Cosa Nostra que había logrado burlar la acción de la Justicia durante 25 años sin abandonar Sicilia, no diluye el desconcierto que sigue provocando la larga pervivencia del poder mafioso en el corazón de la Europa democrática. La interminable lucha del estado transalpino contra el crimen organizado, cuyos escalofriantes negocios producen unos ingresos que equivalen al 7% del PIB, ha logrado ahora descabezar una de las principales organizaciones de un entramado delictivo tan complejo e intimidatorio que aún actúa como un estado paralelo en algunas zonas del país.