EE UU prima la cooperación militar con Pakistán y elude censurar al general Pervez Musharraf
La Casa Blanca se limita a recordar al golpista que busque una solución democrática
Actualizado: GuardarEl estado de excepción declarado este fin de semana por el general Pervez Musharraf en Pakistán ha colocado a la Administración Bush ante el dilema de respaldar la causa de la libertad en el mundo islámico frente al riesgo de desestabilizar un país con su propio arsenal nuclear, clave en la lucha contra Al Qaeda y asediado por extremistas religiosos. Dentro de una reacción muy calibrada, EE. UU. ha recalcado una solución democrática pero sin introducir sustanciales medidas de presión.
El propio Bush insistió ayer en que Pakistán debería tener elecciones lo antes posible y que Musharraf está obligado a abandonar su condición de militar. Pero al mismo tiempo, el presidente calificó al dictador paquistaní como «un fuerte luchador contra extremistas y radicales», que entiende perfectamente el peligro existente al haber acumulado ya «tres o cuatro» intentos de asesinato.
En un primer momento, el Departamento de Estado llegó a plantear la posibilidad de revisar la multimillonaria ayuda, sobre todo militar, que facilita a Islamabab. Unos 7.600 millones de euros desde el 11 de septiembre de 2001. Pero rápidamente, Condoleezza Rice apostilló que le sorprendería «mucho» que la actual crisis llegase a afectar a la cooperación con el Gobierno de Musharraf en materia antiterrorista.
«Perturbadora»
De igual manera, el secretario de Defensa, Robert Gates, calificó la escalada autoritaria en Pakistán como «perturbadora». Pero también dejó claro que la Administración Bush no está interesada en dañar «los esfuerzos antiterroristas en curso» y que Pakistán «es un país de gran importancia estratégica para Estados Unidos».
La Administración Bush lleva semanas enviando mensajes al régimen de Musharraf para disuadirle de recurrir a la ley marcial. El último emisario ha sido el almirante William Fallon, responsable del Comando Central de Estados Unidos, que llegó a Pakistán el viernes y ha podido ser testigo presencial de lo que se califica como «el segundo golpe militar» del general Musharraf, más preocupado por los retos domésticos a su autoridad que de respuestas internacionales de condena.
Como represalia más visible, Estados Unidos ha decidido posponer sin fecha unas conversaciones bilaterales con Pakistán sobre cooperación militar. Este foro bilateral estaba convocado para hoy y mañana en Islamabad.