SALTAR LA VERJA. Un grupo de manifestantes toman la primera alambrada de la frontera ante la mirada policial.
ESPAÑA

«¿No se acuerdan ustedes de Gibraltar?»

Más de 800 personas protestan contra la visita del Rey en la parte marroquí de la frontera

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LOS autobuses van llegando uno tras otro a la parte marroquí de la frontera del Tarajal en el mismo instante en que Don Juan Carlos comienza su recorrido por las abarrotadas calles de Ceuta. Aquí también hay gritos, cánticos y banderas, pero de un patriotismo inverso al de la plaza de África. Los estudiantes suman 300 gargantas de las que salen cánticos en 'dariya' -dialecto del árabe que se emplea en el norte de Marruecos- que se resumen en un par de estribillos: «Ceuta y Melilla, marroquíes»; «Juan Carlos, vete a tu país».

Los grupos se hacen, al menos esa es la impresión, por institutos. Hay chicas que lucen 'hiyab' -pañuelos- de colores en el pelo, pero otras llevan sus cabelleras al viento. Portan los cuadernos que utilizan en clase con alguna consigna que muestra, a la claras, su disconformidad con la presencia del Rey de España en Ceuta. Los chicos, un tanto más aguerridos, mueven con ímpetu decenas de banderas de su país.

Nada de insignias españolas quemadas o gestos con alguna dosis de violencia. Los amantes de las frases hechas asegurarían que se trata de una protesta 'de baja intensidad'.

La primera valla de la frontera marroquí se encuentra a pocos pasos. Dos docenas de policías vigilan desde lejos estos movimientos. El mediodía llega a Marruecos -la una de la tarde en España-. La concurrencia aumenta, en parte porque por los alrededores se han quedado cientos de 'porteadores', que son esas personas que cada día entran y salen de Ceuta para adquirir artículos que en su país o no se encuentran o se venden más caros.

Televisión en directo

La presencia de medios de comunicación se hace más evidente. Mucha prensa marroquí -la televisión estatal conecta en directo en varias ocasiones-, fotógrafos de agencias francesas y un reducido número de informadores españoles a los que la policía marroquí trata con gran delicadeza y le facilita el trabajo al máximo, algo que no suele ser habitual en el país vecino.

Mirar al futuro

Los políticos también comienzan a dejarse notar. Mohamed Oulad es el representante de la región de Tetuán en el Parlamento nacional de Rabat y alcalde de una localidad cercana a la frontera española. «Es una visita provocadora», afirma con voz serena. «No es buena para los intereses comunes de España y Marruecos», añade en un perfecto castellano. Oulad opina que el pueblo español y el marroquí debería caminar juntos hacia el progreso y mirar siempre al futuro, nunca al pasado.

La protesta mantiene ese tono peculiar, marca de la casa. En un país dado a la improvisación, todo parece encajar. A la una y media de la tarde ya se había sobrepasado el medio millar de personas.

Un nutrido grupo de ellos se encarama a una montaña y avanza, con banderas y pancartas, rumbo a España. Se paran justo antes de introducirse en lo que se denomina 'tierra de nadie', esos pocos metros que separan los controles de una y otra aduana.

Maimon Bucta es director de un periódico que se edita en árabe. Hace un par de reflexiones que quieren ser argumentos para justificar el enfado de cierta parte del pueblo marroquí.

Ocho siglos

«Es que los españoles ya no se acuerdan de Gibraltar, es que no se acuerdan de cómo entraron en cólera cuando la reina de Inglaterra anunció que iba a visitar el Peñón». Bucta afirma que Don Juan Carlos es bien recibido en Marruecos.

Su comentario da un giro para tornarse histórico: «El problema es que hay dos partidos en España que no olvidan que los árabes mandasen durante ocho siglos en Al Andalus ni que muchos marroquíes ayudasen al general Franco».