Martín Kohan gana el XXV Herralde de novela con 'Ciencias morales', una 'falsa' y 'rara' autobiografía

El escritor argentino Martín Kohan se adjudicó con la obra Ciencias morales el Premio Herralde novela, que falló en Barcelona su XXV edición. El finalista fue el mexicano Antonio Ortuño, con la novela Recursos humanos. La obra ganadora, que en palabras de su autor es «autobiográfica porque tiene todos los componentes del género excepto mi propia persona», está ambientada en un selecto colegio de Buenos Aires a principios de la década de los 80 del siglo XX, en la etapa final de la dictadura.

Los muros del colegio son gruesos y consistentes, porque, según explicó Martín Kohan «la dirección pretende preservar a los alumnos de lo que está pasando fuera, para que estos jóvenes no se den cuenta de la intolerancia y la represión que invaden la vida de la gente a través de la trivialidad de la vida cotidiana».

La protagonista es una mujer, la preceptora de este colegio. Cree en una serie de valores morales, pero se da cuenta que lo que se enseña a los alumnos, que pertenecen a las futuras clases dirigentes, es una gran mentira, una farsa plagada de hipocresía. Se parece a lo que es la Argentina real, en manos de unos militares corruptos y sin escrúpulos y con las manos manchadas de sangre.

«En esta novela -explicó Martín Kohan- he querido transmitir todo el peso de la opresión, a través de las soflamas patrióticas y moralistas, que se transmite a unos jóvenes que viven al margen de la dura realidad del país, en un contexto de dictadura militar en fase terminal».

A diferencia de lo que ocurre en la novela de Mario Vargas Llosa La ciudad y los perros, en Ciencias morales, «el contexto es mucho más cerrado, y juego con la idea de la doble opresión: la directa, que se vive a diario en el colegio, y la indirecta, que es la que se sufre en la calle y que los alumnos perciben de alguna manera, pero no sufren en su propia carne», apuntó el escritor argentino durante la comparecencia posterior.

Martín Kohan nació en Buenos Aires en 1967. Es profesor de Teoría Literaria en la Universidad de Buenos Aires y en la de Patagonia y ha publicado diversos ensayos. Es autor de seis novelas, entre ellas Los cautivos (2000), Dos veces junio (2002) y Museo de la Revolución (2006).

Humor negro

El mexicano Antonio Ortuño fue finalista con la novela Recursos humanos, que el editor Jorge Herralde definió como «un libro escrito con una buena dosis de mala leche y humor negro». La novela finalista cuenta la historia del empleado de una empresa, Gabriel Lynch, que se rebela contra su jefe, que le ganó el puesto y la mujer.

Lynch es un fracasado lleno de rencor y odio, y no escatimará esfuerzos para acabar con su jefe. Con grandes golpes de estilo, Ortuño, que es hijo de inmigrantes españoles, explora el mundo de pesadilla que suelen ser muchas oficinas y empresas y diseca con gran agilidad narrativa las debilidades del género humano.

El finalista reconoció que «he escrito esta novela con algo de mala leche, porque suelo escribir a altas horas de la noche, que es cuando puedo odiar a quien me dé la gana sin sentirme culpable». Aseguró que su novela «no es directamente autobiográfica, pero tiene mucho que ver con el mundo del trabajo en precario, que suele ser una incubadora de rencores». El autor de Recursos humanos, que se declaró admirador del escritor francés Louis-Ferdinand Céline, apostó por «la sátira y la ferocidad con humor sonriente», y quiso dejar claro que le gusta «escribir barbaridades, aunque para mí son puros recursos literarios».

Antonio Ortuño es un joven escritor que nació en Guadalajara (México) en 1970. Tuvo una escolaridad turbulenta, y fue obrero en una empresa de efectos especiales y profesor particular. Desde 1999 trabaja en un grupo de prensa, donde ha sido reportero y editor. En la actualidad es redactor jefe del diario Público-Milenio. Su primera novela, El buscador de cabezas (2006), recibió el elogio unánime de la crítica de su país.

Jorge Herralde expresó su «enorme satisfacción» por el fallo del jurado, que estuvo compuesto por Juan Cueto, Salvador Clotas, Esther Tusquets, Enrique Vila-Matas y el propio editor de Anagrama.