CUARTO DE PALABRAS

Modernez

El signo de los tiempos se ha podido resumir esta semana: Comenzó con una beatificación de guinnes (498 de una tacada) como anticipo a las primeras muestras de alzhéimer en la memoria histórica: ya no estamos tan afligidos (aunque personalmente me preocupaba más el pasodoble de Manolo Santander «cada rincón, cada escalón del Nuevo Estadio»). Crean que no, el bonito gesto de los técnicos (de cara a 2012) de colocar una torre de refrigeración junto a la Torre del Sagrario, lo superó; pero pronto nos metimos en el febrero lóbrego de halloween con ánimos de dejar a la III Modernez en pañales.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Puede que fuera el Día de Difuntos el punto de inflexión, cuando (en un paréntesis de Ciudadanía), laicos y cristianistas visitamos con cargo el cementerio y, no siendo tan sesudos como Manrique, caímos un momento en averiguar la poca atención que prestamos a las cosas que creemos importan y dan sentido a la vida (ya digo, es un momento... no deja secuelas). El espectáculo debe continuar, hay que seguir evolucionando en esta fauna que, de haberse cruzado Darwin con ella, habría escrito El Evangelio según los Beckham (me conflictúo incluso si estos payos imponen un estilo o una filosofía). De cualquier manera, en nuestro hábitat natural (pongamos Zorrilla con Calderón), la sensación es que nos podemos cagar en la puta madre del Euríbor sin ningún tipo de complejos, si bien, es cierto que actuamos con conciencia («Media de jamón, Eduardo, del que tú ya sabes»), dando muestras de que sabemos distinguir lo bueno de lo malo. En el fondo, tengo para mí que si algo nos acongoja, aunque sea por desconocimiento, es el I+D... Es la modernez, no hay color entre tecnología y humanidades, aunque al cabo, que alguien hablando por un móvil de última generación, al tiempo, tenga la capacidad de cocear a una muchacha en la cara, nos agobia...