Inmigración
La historia de la humanidad es la historia de los movimientos humanos. El fenómeno migratorio es endémico, si bien varía la intensidad de los flujos y sus trayectorias. De este modo, no es insólito que un país de emigración se convierta, en apenas unas décadas, en receptor de inmigrantes. Así ha sucedido en el nuestro, que ha pasado de albergar una reducida población extranjera, a superar los cuatro millones. La celeridad y magnitud de esta metamorfosis demográfica explican su impacto social.
Actualizado: GuardarFue entre 1960 y 1970, cuando un millón de trabajadores españoles emigraron a Europa a través de conductos legales, siendo probable que superaran esa cifra los que salieron extraoficialmente. Todos ellos serían protagonistas del milagro español, financiando con sus envíos de divisas el desarrollo industrial y permitiendo la estabilidad presupuestaria. Cuarenta años después, se ha borrado de nuestra memoria colectiva cualquier recuerdo de esa España emigrante.
Sin embargo, aunque han cambiado los actores y el escenario, la trama es la misma: cientos de miles de emigrantes envían miles de millones de euros a sus países. Igual que sucedía aquí con las divisas que llegaban, ahora estos estados reciben una enorme cantidad de dinero en moneda fuerte, mientras que entregan a los familiares del emigrante unos cromos que entonces se llamaban pesetas y hoy se llaman dirham. Para quien los recibe no hay diferencia, para el Estado sí, porque ni con las pesetas de antes, ni con los dirham de ahora se compra nada en el mercado internacional, mientras que con los francos o los marcos de antes o con los euros de ahora, esos estados pueden disponer de suficiente dinero en divisa convertible como para adquirir bienes indispensables para su población, esto en el mejor de los casos, pues no es infrecuente que tenga otros destinos menos loables.
Por eso es ilusorio pensar que el problema de la emigración se soluciona controlando a las mafias que transportan a los inmigrantes. Tras cuatro leyes en 18 años, en las que la extranjería ha sido regulada conforme al criterio de quien gobernase, es hora de abordarla con el consenso propio de los temas de estado.