Un derbi diferente

El primero y más preocupante, que ambos equipos se encuentran coqueteando con el descenso tras comenzar la temporada de la peor manera imaginable. De hecho es la primera vez en la historia reciente de estos duelos que ni unos ni otros están donde se les presupone. Ninguno ha hecho bien los deberes y los dos llegan con el agua al cuello. Esto provoca que en lugar de estar tan pendientes, como en temporadas anteriores, de los piques y las coñas habituales, estemos todos más preocupados de ganar cuanto antes y huir de la quema, ya sea al Xerez o al Spartak de Praga. Sinceramente, lo que menos me importa es poder reírme de mis muchos amigos xerecistas si por fin pierden en Carranza, demasiado han sufrido ya, lo único que quiero es que el Cádiz empiece a funcionar de una maldita vez.

Otro factor que convierte este derbi en especial es la presencia en los banquillos de dos entrenadores de la casa y jóvenes, que en ambos casos han sustituido a los titulares por su pésimo trabajo en estos primeros meses. Méndez sabe que vendrá seguro otro técnico, pero querrá dejar buen recuerdo de su momento de gloria. Calderón sabe que se la juega más que nadie en el derbi. Si gana seguirá por lo menos una semana más, pero nadie le garantiza su puesto más allá de Albacete. Pero si pierde o empata su sueño de que le dejen trabajar hasta final de Liga podría complicarse. Serían cuatro partidos y ninguna victoria. Y que quede claro, aunque ahora hay que pensar sólo en el Xerez y sacar los tres puntos, que han existido contactos con otros tres entrenadores (Jose, Julián Rubio y Espárrago) y que, si bien Muñoz confía en Calderón, o la cosa cambia o habrá relevo.

Y, por último, y en este caso sí que menos importante, el hecho de que seguro que muchos lectores de LA VOZ, ya ni se acuerdan de la última victoria del Cádiz contra el Xerez en Carranza. Qué mejor momento que mañana para romper esa estadística.