Condenados a entenderse
Actualizado: Guardaraya por delante que escribo estas líneas en la noche del lunes, pero todo apunta a que, tal y como vaticinamos algunos, especialmente cuando comenzaron a correr noticias, fundadas o infundadas, sobre múltiples irregularidades en la gestión de Muñoz y compañía, el acuerdo entre Muñoz y Baldasano resulta obligado para evitar comparecencias de unos y otros en los Juzgados de la capital. A la vista de las posiciones iniciales, parece evidente que el Letrado gaditano le ha ganado la batalla al empresario cordobés, pues este último se negaba rotundamente a dar por resuelto el contrato, o lo que es igual, pretendía el cobro del mínimo de siete millones de euros pactado en el mismo, con independencia del pufo que pudieran encontrarle los prestigiosos profesionales contratados a tal fin por don Arturo y su Corte. A cambio, el frustrado aspirante al Real Madrid (ni que decir tiene que después de esta historia su sueño de presidir el club blanco se ha esfumado, pues sería objeto de todo tipo de burlas y críticas por el resto de candidatos) es de suponer que dará por perdido todo lo puesto en esta efímera aventura, lo cual, dado el potencial que me consta maneja, apenas le supone calderilla. Y aunque algunos le llamen de nuevo El Salvador, poca gracia le hace al accionista mayoritario encontrarse otra vez con su piso sin vender, y lo que es peor, habiéndose enterado todo el barrio que la casa presenta grandes grietas y necesita una costosa reparación. Y en medio, como siempre, una afición manipulada por unos y otros que ve como sus políticos hacen la vista gorda ante todo lo descubierto en las últimas semanas. En mis tiempos se llamaba encubrimiento, pero ahora dirán la manida frase de «todo sea por el cadismo». Pues nada, a probar a darle coba al ruso en unos meses, aunque los hechos no dejarán de existir sólo por ser ignorados.