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Un trabajador fallece en una obra tras precipitarse desde una altura de ocho metros
El obrero, de 53 años, era natural de Medina Sidonia Los hechos sucedieron a primera hora de la mañana
Actualizado: Guardar«Ocurrió a pocos minutos de comenzar el tajo y parece que la caída fue fortuita», así lo explicaba uno de los compañeros del obrero que falleció ayer en Chiclana tras precipitarse al vacío desde una altura de ocho metros.
J. M. G., de 53 años y natural de Medina Sidonia pero residente en Cádiz, pertenecía a una empresa de estructuras, que a su vez trabajaba para la constructora Amado Caro. El responsable de esta última compañía comentó a este medio que la obra tenía todos los permisos y que contaba con las medidas de seguridad pertinentes. Así también lo afirmaron algunos compañeros, aunque se desconocen los términos de la investigación.
Sin embargo, Manuel García, responsable de Seguridad y Salud Laboral de Comisiones Obreras, explicaba que ni el encargado de la obra ni la Guardia Civil habían dejado pasar a un responsable de este sindicato para conocer cómo habían sucedido los hechos. «Con esta forma de actuar parece que quieren ocultar pruebas, además, a diversos trabajadores los tenían encerrados, para que no hicieran declaraciones», espetaba García.
Los compañeros de José, que así se llamaba el obrero, manifestaron que éste se precipitó del segundo piso y se dio en la cabeza con un sargento (un elemento de sujeción entre el andamio y la barandilla) del primer piso. De hecho, desde el exterior de la obra se podía observar como el casco había quedado sujeto en el andamiaje de la primera planta. Otras fuentes apuntan que se rompió una madera de la plataforma en la que trabajaba.
Cabe destacar, según algunos testigos, que el obrero no murió al instante y que los servicios sanitarios intentaron su reanimación durante una hora, aproximadamente.
La obra, ubicada en la carretera Molino Viejo, consiste en la construcción de seis viviendas pareadas y hacía dos meses que la empresa Amado Caro había comenzado con los trabajos.
En el momento de los hechos se encontraban en el recinto en torno a veinte empleados pertenecientes a ambas compañías. El trabajador llevaba tres años contratado por la empresa de estructuras Sánchez Aragón, estaba casado y tenía dos hijos.
Los compañeros comentaron que J. M. G. no tenía que haber ido a trabajar durante el día de ayer, pues tenía una cita con el médico a la que tenía intención de acudir más tarde.
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