EN AMURRIO. La afición apoyó más que nunca al equipo. / LA VOZ
Cádiz C.F.

Mismos protagonistas, muchas diferencias

Armando Ribeiro y Vicente Sánchez, que sufrieron la crisis del 2001 y viven en primera persona la actual, aseguran que aquel momento fue mucho más crítico

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Aquel que desconoce la historia está condenado a repetirla», sentenciaba el historia Arnold J. Toynbee. Pues la afición cadista, pese a no olvidar los episodios más oscuros de estos últimos años, parece estar sufriendo la misma pesadilla que hace poco más de seis años. Un grupo de Madrid que, tras querer comprar las acciones a Antonio Muñoz, toma las riendas del club con la idea de subir a la elite y realizando inversiones fortísimas para la categoría. Los fracasos deportivos y la situación económica de la entidad propician la salida de estos presidentes (Mateo y Baldasano), llegando a afirmar que el Cádiz se encuentra en grave riesgo de desaparición. La afición no perdona la traición, llegando a insultar (a uno) y a agredir (a otro), mientras que el Ayuntamiento interviene para salvar al primer equipo de la ciudad. Al final, el empresario cordobés y sus hombres se ven obligados a recuperar la entidad para sacarla a flote.

Otra categoría

Son muchas y curiosas las similitudes entre ambos momentos, pero los protagonistas que vivieron y viven la nueva historia aseguran que las diferencias son abismales. El propio Antonio Muñoz ha reiterado que, pese al posible agujero que exista actualmente en las cuentas, la situación económica es infinitamente más favorable. El equipo está en Segunda, donde se generan más ingresos, y la deuda con Hacienda, siempre la más peligrosa, se puede saldar.

Además del cordobés, otros dos hombres estuvieron presentes en aquella crisis y a día de hoy siguen siendo parte implicada. Armando Ribeiro y Vicente Sánchez conocen a la perfección las dos historias y separan tajantemente la una de la otra. La primera gran diferencia: ese año el Cádiz estaba a punto de desaparecer, mientras que ahora ni se plantea esta opción.

Esto en el plano institucional. En el apartado deportivo, la realidad no puede ser más distinta. Aquel Cádiz, plagado de canteranos y de profesionales que no cobraban su sueldo, huyó de los puestos de descenso para acabar liderando el grupo IV de Segunda B (y por un solo gol no logró el ascenso a la división de plata). Esta plantilla, con fichas importantes para la categoría y con la nómina al día, se encuentra a un punto del pozo cuando el objetivo es el ascenso.

La implicación de los jugadores ha de ser decisiva. Al igual que la del Ayuntamiento. En aquel entonces, gestionó la deuda con Hacienda y aprobó subvenciones para el Trofeo Carranza y la cantera. En esta ocasión, ya ha manifestado su intención de sentarse con Antonio Muñoz para conocer las cuentas reales del Cádiz y ayudarle a seguir para adelante.

El conflicto real

«Antes el club iba a desaparecer, y ahora es un problema de dos personas», concreta el portero de Sopelana. Es la idea que quieren transmitir. Se trata de un conflicto entre vendedores y compradores y la entidad debe permanecer al margen. Que ellos arreglen sus diferencias como puedan.

Armando y Vicente son muy optimistas. Confían en la sólida estructura de este club y el patrimonio que ha adquirido en los últimos seis años. Pero aún así, creen que la forma de salir de esta crisis es la misma que la utilizada en el 2001: la unión de toda la ciudad (presidente, instituciones públicas y privadas, medios de comunicación y afición). Es la manera idónea para que el submarino vuelva a flote.

jaguilera@lavozdigital.es