AUTORIDADES. La Familia Real sigue con atención el vuelo de los aviones que participaron en el desfile. / EFE
ESPAÑA

Zapatero escucha abucheos y gritos de dimisión en el desfile militar de la Fiesta Nacional

El presidente del Gobierno resta importancia a unas increpaciones menores a las previstas, mientras que Rajoy rechaza la conducta de los exaltados Las reprobaciones, que se mezclaron con «vivas» al Rey y a España, atronaron durante el homenaje a los soldados caídos en misiones de paz

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El presidente del Gobierno tuvo que escuchar los silbidos, abucheos y peticiones de dimisión procedentes de un sector del público asistente al desfile militar del Día de la Fiesta Nacional. Las reprobaciones, que se mezclaron con «vivas» al Rey y a España, atronaron en el momento más solemne de la parada, el homenaje a los soldados caídos por España, y cuando don Juan Carlos, vestido de capitán general de los Ejércitos, depositaba una corona de laurel al pie de la enseña nacional. Después, en la recepción en el Palacio Real, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy restaron importancia a los incidentes.

El jefe del Ejecutivo tampoco se libró este año de la pitada que sus detractores le dedican cada 12 de octubre desde que es presidente. En años anteriores, la excusa para la bronca fue la aprobación del Estatuto de Cataluña o el diálogo con ETA; este año los alborotadores encontraron el pretexto en la polémica en torno a los símbolos del Estado y por la quema de fotos del Rey. Rodríguez Zapatero minimizó la protesta y la tachó de «tradición», si bien las pitadas nunca se organizaron con su antecesor, el ex presidente José María Aznar.

Cambios de protocolo

El Ministerio de Defensa, que organiza la parada militar, previó lo que podía pasar e introdujo variaciones en el protocolo, sobre todo en los accesos a la plaza de Colón, centro neurálgico de las celebraciones. En años anteriores, los abucheos estallaron a la llegada y a la marcha del presidente por el Paseo de la Castellana. En esta ocasión, Rodríguez Zapatero llegó casi de incógnito por detrás de la tribuna, y su entrada en la plaza tampoco fue anunciada por megafonía.

Terminado el acto, su coche oficial enfiló calles aledañas y evitó la principal arteria madrileña, donde estaban instaladas las tribunas de espectadores y donde algunos esperaban su paso para insultarle. Defensa también optó por alejar de la plaza una tribuna, ocupada siempre por familiares de militares invitados al acto, en la que otros años comenzó la pitada.

Momento delicado

El Gobierno trató de evitar así la ofensa, que no obstante se produjo en el momento más delicado, cuando el presidente compartía protagonismo con el Rey Juan Carlos en la ofrenda a los soldados muertos por la patria. Cuanto todos debían guardar respetuoso silencio, estallaron los gritos de «Zapatero dimisión» aunque amortiguados por aplausos al Monarca. Después, pasó sobre la plaza de Colón una escuadrilla de la Patrulla Águila, que tiñó el cielo con los colores de la bandera. «Zapatero, chúpate ese humo», gritó desde una tribuna cercana un individuo tras el vuelo rasante de los aviones.

El incidente, pese a que fue minimizado por el propio presidente del Gobierno, causó malestar entre el estamento militar. El ministro de Defensa, José Antonio Alonso, explicó en una conversación informal con los periodistas que más allá de la falta de respeto hacia el jefe del Ejecutivo, el episodio resultó penoso para las familias de los soldados fallecidos, a las que, a su juicio, se ofendió de manera injustificada. Eso es, a ojos del Gobierno lo grave. Por lo demás, Zapatero circunscribió lo ocurrido al simple hecho de que «hoy tenemos libertad de expresión».

Actos serenos

Lo cierto es que los actos del 12 de octubre transcurrieron de forma más serena de lo que los propios socialistas habían previsto. Los dirigentes del PSOE aseguraban, apenas 24 horas antes del desfile, que el vídeo grabado por Mariano Rajoy para incitar a la participación en la Fiesta Nacional calentaría al electorado popular y habría «lío». En uno de los habituales corrillos durante la recepción en el Palacio Real, el presidente del PP aseguró que nunca ha sido partidario de que «nadie se meta con nadie» y rechazó los pitidos al presidente del Gobierno. «Yo estoy a favor -dijo- de que las cosas se hagan razonablemente y con respeto».

El líder del primer partido de la oposición se mostró además sorprendido por la interpretación dada al mensaje de corte institucional lanzado esta semana por su formación. Aseguró que no era una crítica hacia Rodríguez Zapatero sino un «mensaje en positivo» sobre España porque, desde antes de que se aprobara la Constitución, según su criterio, no se vivía una situación como la que se vive en la actualidad. «Creo que es bueno que los que pensamos una cosa, que es el 90% de la sociedad, lo digamos con normalidad. En este país es necesario habla bien de España, de la Constitución y del sistema democrático», alegó Mariano Rajoy.

La tesis no es compartida ni mínimamente por el presidente del Gobierno, para quien el debate sobre la vigencia de la Corona o el respeto a los símbolos es «artificial» y está azuzado por quienes demuestran una «incapacidad absoluta de crear un proyecto alternativo y recurren a la carga emocional», en elíptica alusión al Partido Popular.

Además, Rodríguez Zapatero defendió que los supuestos problemas de salud que padece la Monarquía institucional no llegan ni a la categoría de «resfriado». Como mucho, dijo, hay 300 personas entre 45 millones de españoles que cuestionan el actual sistema democrático. «Pensemos en los 45 millones y no en quienes no son ejemplo de nada», remarcó.