Jekyll y Hyde
Cuenta una novela de Robert L. Stevenson que en la Inglaterra victoriana existía el Doctor Jekyll, un médico que tras tomar una pócima, se transformaba en Mr. Hyde, un extraño individuo con las intenciones más aviesas y perversas del mundo y que perpetraba y frecuentaba todo lo peor.
Actualizado: GuardarEn Cádiz tenemos un enfermo que, al parecer, desde el pasado verano, presenta síntomas graves. Bueno, los que le dan todo su cariño día tras día ya habían avisado del problema. Pero siguen ahí en el lecho del dolor apoyando incondicionalmente al paciente.
El remedio parecía que lo tenía el prestigioso Doctor Jekyll, que se había quitado el disfraz de abogado para meterse en la piel del galeno y aportar soluciones. El informe primero, que se ve que lo había hecho un médico de cabecera, apreciaba algunos síntomas, dolencias leves tal vez, pero que no parecían preocupantes. Analizado el caso, con especialistas superiores en la materia, da la impresión que lo que, en un principio parecía leve, tiene una gravedad mayor, que incluso podría llevar al paciente en la UCI. Lamentablemente el Doctor Jekyll en su intento de buscar la pócima parece que ha fracasado. Y lo que es peor. La temida pócima lo ha convertido en Mr Hyde y anda perdido. Tanto que lo primero que ha hecho ha sido cortar una cabeza, la de un amigo, una persona de confianza.
Por eso hay que enviarle al sitio correspondiente cuanto antes. De todas formas tampoco nos equivoquemos porque la novela cuenta que es el Doctor Jekyll el que se convierte en Mr Hyde, pero nunca al contrario. Lo digo por los que piensan que el Mr Hyde que nos dejó con una dolencia más importante de lo que parecía, deba regresar convertido en Doctor Jekyll. La pena es que no hay mucha más gente en el Hospital. Quizás la única alegría pase por volver a la senda victoriana. Como en la Inglaterra de la novela.