Antonio Camacho, en una imagen de 2001, cuando saltó el escándalo. /EFE
comienza el juicio de gescartera

El ambicioso joven de los cien 'armanis'

MADRID Actualizado: Guardar
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El escándalo estalló en 2001 pero se venía fraguando desde 1992, cuando un ambicioso joven de 26 años llamado Antonio Camacho fundó con su padre Gescartera, una pequeña sociedad de gestión de valores.

Su discreto expediente académico no le impidió convertirse en un agresivo 'brooker' de extraordinarias dotes sociales. Camacho sólo pudo aprobar los dos primeros cursos de Derecho en sus seis años en la universidad. Como si de una premonición se tratase, no fue capaz de superar asignaturas como Derecho Penal o Derecho Financiero. Además, su última matrícula, correspondiente al curso 1990-91, quedó anulada por falta de pago. Para aquellas fechas, Camacho ya tenía otras cosas en la cabeza.

El principal acusado del caso sacó a relucir entonces su carácter seductor y unas excelentes dotes para las relaciones públicas. Con estas armas, logró forjar durante la primera mitad de los noventa una tupida red de buenos contactos entre políticos, militares, fuerzas de seguridad, religiosos, altos cargos de la administración y periodistas económicos. La llegada de los 'populares' al poder marcó el despegue definitivo de su negocio.

Una cuenta millonaria

Un BMW, dos Jaguar, un todoterreno, un Mini Morris, dos pisos en Madrid, un chalé en la exclusiva urbanización de La Moraleja, ocho escoltas en nómina, dos chóferes, una cuenta de la que gastaba hasta 60.000 euros al mes, facturas millonarias en artículos de lujo para regalo... Camacho no reparaba en gastos. Detrás de esa agencia de valores había emergido un desconocido al que gustaba combinar sus cien trajes de Armani con cincuenta pares de gafas a juego.

Pero las cosas se comenzaron a torcer en 1999. Su padre falleció y se separó de su primera mujer, la arquitecta Nuria Rodríguez, con quien se había casado en 1994 en la catedral de Cuenca.

La cuesta abajo fue imparable, pese a que nombró presidenta de Gescartera a una de sus comerciales, Pilar Gimenez-Reyna, para aprovecharse de las influencias de su hermano Enrique, entonces secretario de Estado de Hacienda. Todos los amigos y empleados del exitoso joven terminaron por darle la espalda. Todos salvo Laura García Morey, hija del cantante melódico Jaime Morey, que entró en su empresa como becaria y acabó como novia del jefe, responsable del departamento de gestión y acusada de un delito de apropiación indebida.

Camacho estuvo encarcelado en la prisión de Soto del Real (Madrid) entre julio de 2001 y julio de 2004. Allí, además de perder varios kilos y dedicarse a repartir la comida a los otros presos, terminó la carrera de Derecho y comenzó la de Psicología. A su salida, y pese a tener las cuentas embargadas, se casó de forma suntuosa en el hotel Orfilia, se compró un chalé de lujo en Bobadilla del Monte -cuya financiación pretenden investigar las acusaciones- y montó una asesoría fiscal y financiera.