La frontera inagotable
Las servidumbres de la provincia de Cádiz respecto al narcotráfico y las mafias de la inmigración cambian pero nunca cesan
Actualizado: GuardarPuede resultar anecdótico. Incluso curioso para los amantes de la novela negra, esa que está basada en las miserias y la delincuencia en cualquier lugar del mundo. Pero estos fenómenos encierran demasiados dramas humanos para tomarlos por su vertiente literaria. Hablamos de narcotráfico y, sobre todo, de las mafias que manejan a seres humanos para ganar dinero a costa de su aspiración legítima, de los sueños de tener una vida sin miseria, violencia, guerras y hambre. La provincia de Cádiz está condenada. Como otros muchos territorios que forma frontera natural entre grandes países, entre continentes o zonas de distintas realidades económicas, el gaditano siempre tendrá que convivir con el tránsito de sustancias ilegales y con el tráfico ilegal de vida humanas.
Siempre ha sucedido y siempre sucederá. En manos de administraciones y ciudadanos está poner las herramientas para que sea el menor posible, para que se cobre las menos víctimas. La realidad laboral y social de la provincia hace el resto. Hay dinero fácil en la frontera dura. Siempre habrá quién necesite dinero, quién quiera un atajo para encontrarlo con facilidad y en cantidad. De ahí que las fórmulas de los delincuentes siempre vayan por delante de los esfuerzos de los cuerpos de seguridad. El método de usar motos acuáticas para cruzar el Estrecho de Gibraltar con vidas y hachís a bordo no es nuevo pero ha conocido un sorprendente auge en este verano. Las mafias siempre van a encontrar un nuevo método para alcanzar su objetivo eterno: el dinero sin escrúpulos. En el resto de la sociedad está buscar las fórmulas para resistir, para evitar el cansancio, el hartazgo y la resignación. Hay muchas vidas en juego.